miércoles, 27 de diciembre de 2017

Crítica: En realidad, nunca estuviste aquí (2017)

FICHA TÉCNICA
Título: You were never really here País: Reino Unido, Francia, Estados Unidos Género: Drama, Misterio, Thriller Duración: 85 minutos Director: Lynne Ramsay Guión: Lynne Ramsay, basado en la novela de Jonathan Ames Productores: Rosa Attab, Pascal Caucheteux, Carrie Fix, Rose Garnett, Rebecca O'Brien, Lynne Ramsay, James Wilson Música: Jonny Greenwood Fotografía: Thomas Townend Montaje: Joe Bini Intérpretes: Joaquin Phoenix, Ekaterina Samsonov, Alessandro Nivola, Alex Manette, John Doman, Jason Babinsky, Judith Roberts, Kate Easton, Frank Pando, Dante Pereira - Olson, Cristina Dohmen, Leigh Dunham, Scott Price, Christian Reeve, Ronan Summers, Jonathan Wilde, Joseph Anthony Jerez, Jalina Mercado, Silvia Pena, Vinicius Damasceno, Ryan Martin Brown Estreno en España: 24 de noviembre de 2017 Calificación por edades: No recomendada para menores de 16 años


SINOPSIS: Joe (Joaquin Phoenix), ex marine y antiguo veterano de guerra, es un tipo solitario que dedica su tiempo a intentar salvar a mujeres que son explotadas sexualmente. No se permite ni amigos ni amantes y se gana la vida rescatando jóvenes de las garras de los tratantes de blancas. Un día recibe la llamada de un político porque que su hija ha sido secuestrada.

CRÍTICA: Lynne Ramsay (Glasgow, 1969) es una directora que se prodiga muy poco, contando únicamente en su haber con cuatro películas en prácticamente 20 años de carrera, y dándose a conocer en nuestro país con la estupenda Tenemos que hablar de Kevin (2011), un drama sobre la maternidad que lidia con el terror psicológico y el thriller. Se trata de una directora con un estilo muy marcado y personal, que dota a sus narraciones de un marcado lirismo que provoca que sus películas sean de difícil digestión, con una aureola de violencia contenida y ambientes malsanos en los que se ven enrolados sus protagonistas, reflejo de una sociedad que cada vez se ve más inversa en esa vorágine de autodestrucción. En esta ocasión nos presenta un thriller con reminiscencias de las películas setenteras de justicieros, pero alejada completamente de la concepción hollywoodiense de las mismas, que en fondo y forma se acerca a la mítica Taxi Driver (1976), de Martin Scorsese (Queens, 1942), aunque con su propia personalidad, centrándose en la decadencia de la moralidad en Estados Unidos y conformando la que se puede catalogar como una nueva película de culto.


                          Durante todo el metraje acompañamos a Joe, un exmarine que se dedica a sacar a niñas y adolescentes de la explotación sexual a la que se ven sometidas, personaje encarnado magistralmente por Joaquin Phoenix (San Juan, 1974), que se marca una las interpretaciones más potentes del año, con un papel que le viene al dedillo. Joe es la antítesis absoluta del héroe al uso, acosado constantemente por los fantasmas en forma de traumas de su pasado y que camina peligrosamente en cada fotograma por la cuerda floja del derrumbe tanto psicológico como mental. Se trata de un tipo capaz de ejecutar de manera inmisericorde a aquellos que se cruzan en su camino con poco más que un martillo para a continuación cuidar de su madre enferma con un amor y dedicación absolutos. Es decir, la brújula de la moralidad en esta película la enarbola un tipo que machaca los cráneos de sus enemigos sin torcer el gesto lo más mínimo. Pero lo más extraño, sin duda, es que uno termina empatizando de manera directa con el personaje, bien sea a través de la pena que transmite o de lo encomiable de su cruzada.


                            Un estupendo trabajo de montaje provoca que el desarrollo de la historia no tenga un itinerario definido, que sea el propio espectador el que saque sus propias conclusiones, especialmente en lo que al pasado del protagonista se refiere, ofreciéndonos retales de los sucesos que provocaron su estado actual, estado que deja su sello en el desarrollo de la cinta. Todo ello a través de una dirección que se recrea demasiado en lo poético, pero que lejos de ser una carga termina funcionando perfectamente, ofreciéndonos escenas en la que el encuadre, la iluminación y una acertadísima banda sonora consiguen el efecto emocional perseguido por la directora. 

                                 En definitiva, una película que se aleja de los parámetros establecidos por Hollywood, que espantará a los que buscan una película de acción de usar y tirar, ya que es de visionado difícil, pero que enamorará al espectador necesitado de nuevas emociones y sensaciones. Yo recomiendo verla al menos para disfrutar del espectacular trabajo de Joaquín Phoenix, de una banda sonora que casa a la perfección con las imágenes a las que acompaña y del personal estilo de dirección de Lynne Ramsay.

NOTA: 8,75/10