jueves, 20 de junio de 2019

Crítica: Creed II: La leyenda de Rocky (2018)

FICHA TÉCNICA
Título: Creed II País: Estados Unidos Género: Drama, Deporte Duración: 130 minutos Director: Steven Caple Jr. Guion: Cheo Hodari Coker, Ryan Coogler, Sascha Penn, Sylvester Stallone, Juel Taylor Productores: Ryan Coogler, Michael B.Jordan, Sylvester Stallone, Charles Winkler, David Winkler. Irwin Winkler Música: Ludwig Göransson Fotografía: Kramer Morgenthau Montaje: Dana E. Glauberman, Saira Haider, Paul Harb Intérpretes: Sylvester Stallone, Michael B.Jordan, Tessa Thompson, Phylicia Rashad, Dolph Lundgren, Florian Munteanu, Russell Hornsby, Wood Harris, Andre Ward Estreno en España: 25 de enero de 2019 Calificación por edades: No recomendada para menores de 16 años






SINOPSISAdonis Creed se debate entre las obligaciones personales y el entrenamiento para su próxima gran pelea, con el desafío de su vida por delante. Enfrentarse a un oponente que tiene vínculos con el pasado de su familia solo intensifica su inminente batalla en el ring. Afortunadamente Rocky Balboa está a su lado a lo largo de todo el camino, y juntos se cuestionarán por lo que vale la pena luchar y descubrirán que nada es más importante que la familia... (Fuente: Filmaffinity)

CRÍTICA: Con Rocky Balboa (2006) parecía que se ponía el broche de oro a una de las sagas más longevas y emocionantes de la Historia del Cine. Pero la nostalgia es un poderoso acicate, y nueve años después llegaba a nuestras salas Creed: La leyenda de Rocky (2015), que daba una vuelta de tuerca a las andanzas del boxeador más famoso de Philadelphia, el cual daba un paso atrás y dejaba prácticamente todo el protagonismo, todos los focos, a su pupilo Adonis Creed. La película fue un éxito de crítica y público, por lo que era normal que tarde o temprano llegara su secuela. "Creed II" repite el esquema y la fórmula de sus predecesoras, con todos los ingredientes marca de la casa, pero el resultado final nos deja, lamentablemente, sentimientos encontrados. El cambio de director parece no haberle sentado excesivamente bien, y lo que anteriormente funcionaba ahora parece forzado y sin alma. Tiene algún que otro acierto centrado principalmente en los clichés de la saga, pero finalmente nos deja la sensación de que no se ha puesto toda la carne en el asador.




                         La primera baza que juega la película es enlazar la historia con lo acontecido en Rocky IV (1985), con la carga nostálgica que ello supone, constituyendo el núcleo principal a partir del cual va a girar el desarrollo de la película, aunque el tema recurrente a lo largo de todo el metraje es la importancia de la familia, enfocándolo desde diferentes puntos de vista. Tenemos a Adonis Creed, asentado en la cima después de los acontecimientos narrados en "Creed", lidiando con sus circunstancias familiares y con un nuevo reto por delante, vencer al hijo de Iván Drago (Dolph Lundgren), convertido en un paria en su propia tierra debido a la vergüenza que supuso para la madre patria rusa perder contra el norteamericano Rocky Balboa, que en esta película ahonda un poco más en su papel de figura espiritual de Adonis Creed, recalcando esa relación paterno-filial que se ha establecido entre ambos. Uno de los aciertos del guión es no mostrar a la familia Drago como los villanos de la historia, logrando que en cierta medida empaticemos con ellos y seamos conscientes de sus motivaciones.



                Desde el punto de vista técnico, se echa en falta algo más de espectacularidad en las escenas centradas en los combates, ahondando en esa sensación de que el factor sorpresa se ha perdido y que no encontramos nuevas sensaciones a las que agarrarnos. No quiero que se me entienda mal, son escenas muy bien rodadas y que siguen manteniendo un grado de tensión aceptable, pero no arriesgan lo más mínimo en su concepción y desarrollo, como sí hizo Ryan Coogler en el film de 2015. Lo que sí hay que reconocer es que el aspecto interpretativo es muy destacable, centrado principalmente en el gran trabajo que vuelve a hacer Michael B.Jordan (Santa Ana, 1987), tanto física como emocionalmente. Sin embargo, aunque destacable, la presencia de Sylvester Stallone (New York, 1946) se vuelve cada vez más testimonial, construyendo un personaje con una concepción prácticamente secundaria, erigiéndose en mentor casi espiritual del protagonista, lo que parece ser una despedida velada del personaje.

                          En definitiva, nos encontramos con una película que podría haber marcado un estilo propio y que se ha limitado a ofrecer una línea continuista, pero con un punto por debajo respecto a su predecesora en cuanto a calidad. Es innegable que tiene algunas virtudes, pero insuficientes para no llegar a considerar el producto como algo ya visto. El tiempo dirá si la historia se queda aquí o tiene nuevas propuestas por ofrecer.


NOTA: 6,75 

                          

jueves, 10 de enero de 2019

Crítica: Cadáver (2018)

FICHA TÉCNICA
Título: The possesion of Hannah Grace País: Estados Unidos Género: Horror, Misterio, Thriller Duración: 86 minutos Director: Diederik Van Rooijen Guión: Brian Sieve Productores: Andrea Ajemian, Glenn S. Gainor, Todd Garner, Sean Robbins Música: John Frizzell Fotografía: Lennert Hillege Montaje: Stanley Kolk, Jake York Intérpretes: Shay Mitchell, Grey Damon, Kirby Johnson, Nick Thune, Louis Herthum, Stana Katic, Maximillian McNamara, Jacob Ming-Trent, James A. Watson JR., Marianne Bayard, Adrian M. Mompoint, Matt Mings, Gijs Scholten van Aschat, Guy Clemens, Sean Burns, Andrea Lyman, George J.Vezina, Lexie Roth Estreno en España: 30 de noviembre de 2018 Calificación por edades: No recomendada para menores de 16 años





SINOPSISUn estremecedor exorcismo se vuelve incontrolable, cobrándose la vida de una joven. Meses después, mientras Megan Reed trabaja en el turno de noche de la morgue, recibe un cadáver desfigurado. Sola y encerrada en los pasillos del sótano, Megan comienza a experimentar espeluznantes visiones.

CRÍTICA: Dentro del cine de terror, el ya manido y explotado subgénero de posesiones demoníacas nos ofrece otro producto que demuestra que es necesaria una vuelta de tuerca que posibilite el ofrecernos algo con un mínimo de interés. El trailer de "Cadáver" prometía ese cambio, pero como ocurre muchas veces, la película no cumple con las expectativas generadas, lo que suma una nueva decepción para el espectador deseoso de pasar miedo en la sala. Por ello, lo que parecía que iba a ser un soplo de aire fresco termina siendo un subproducto con aroma a naftalina dirigido principalmente al público adolescente, con muchos más errores que aciertos y que, evidentemente, no perdurará demasiado en nuestra memoria.



                              Y la cuestión es que la película cuenta con una prometedora e impactante escena inicial centrada en un exorcismo, escena que no tiene solución de continuidad con lo que vemos durante el resto del metraje. El film adolece de un montaje totalmente inexperto, con situaciones anticlimáticas y con un lastre reflejado en lo monótomo y repetitivo del esquema. Es decir, no para de suceder lo mismo una y otra vez, sin que el director sea capaz de darle la fluidez necesaria para que una película de menos de hora y media no termine haciéndose pesada. Además se intenta potenciar el componente dramático, dando cabida a los traumas del pasado que acosan a la protagonista, objetivo loable si se hubiera tenido el cuenta el desarrollo psicológico del resto de personajes, que no dejan de ser meros elementos decorativos cuyo principal cometido es ser víctimas del mal que recorre los pasillos de la morgue en la que se desarrolla la historia. No todo iba a ser negativo, la ambientación está muy lograda, sacando bastante partido del escenario en el que se desarrolla la trama y de la iluminación. Destacable es también el diseño de sonido, con los espeluznantes crujidos que hace el demonio cuando se contorsiona. 


                                Shay Mitchell (Toronto, 1987), que encarna a Megan Reed, la ex-policía que empieza a trabajar en el turno de noche de la morgue, se esfuerza por construir un personaje con cierta complejidad a nivel psicológico, pero el endeble guion tira ese ímpetu por tierra, además de que algunas de sus acciones no terminan de tener demasiado sentido. Kirby Johnson demuestra sus dotes de bailarina y contorsionista, haciendo que el cadáver de Hannah Grace haga movimientos que parecen literalmente imposibles. El resto del reparto está a un nivel bastante flojo, como ya he comentado con anterioridad.

                                 En definitiva, una película que prometía bastante pero que se queda en el intento y que no aporta nada nuevo al tema de los exorcismos, con una historia que va dando bandazos sin sentido y que se vuelve demasiado repetitiva en su desarrollo.  

NOTA: 4,5/10 

miércoles, 10 de octubre de 2018

Crítica: Searching (2018)

FICHA TÉCNICA
Título: Searching País: Estados Unidos Género: Drama, Misterio, Thriller Duración: 102 minutos Director: Aneesh Chaganty Guión: Aneesh Chaganty, Sev Ohanian Productores: Timur Bekmanmetov, Sev Ohanian, Natalie Qasabian, Adams Sidman, Igor Tsay, Ana Liza Muravina, Sofía Maltseva Música: Torin Borrowdale Fotografía: Juan Sebastian Baron, Nicholas D.Johnson, Will Merrick Montaje: Nicholas D. Johnson, Will Merrick Intérpretes: John Cho, Sara Sohn, Michelle La, Joseph Lee, Debra Messing, Connor McRaith, Melissa Disney, Collin Woodell, Erica Jenkins, Julie Nathanson, Briana McLean, Ben J. Pierce, Franchesca Maia, Thomas Barbusca Estreno en España: 28 de septiembre de 2018 Calificación por edades: No recomendada para menores de 12 años




SINOPSIS: Después de que la hija de 16 años de David Kim desaparece, se abre una investigación policial. Pero 37 horas más tarde y sin una sola pista, David decide buscar en el único lugar donde nadie ha buscado todavía y donde se guardan todos los secretos hoy en día: el ordenador portátil de su hija. David debe rastrear las huellas digitales de su hija antes de que desaparezca para siempre. (Fuente: Filmaffinity)

CRÍTICA: Dependemos peligrosamente de la tecnología y en muchas ocasiones no somos plenamente conscientes de ello, ya que smartphones, tablets, pulseras de actividad etc...se han convertido en extensiones de nuestro cuerpo, y cada vez estamos más enganchados. Son indudables los beneficios que nos aportan, pero no debemos dejar de lado el componente de riesgo que atesoran. Era evidente que el cine, tarde o temprano, haría uso de las posibilidades que a nivel visual y narrativo ofrecen todos estos aparatos. Tenemos dos películas que se pueden considerar precedentes de la que nos ocupa, como son Open Windows (2014) y Eliminado (2014). "Searching" nos ofrece un thriller de suspense con tintes dramáticos que ha triunfado en los circuitos "indies" estadounidenses, por lo original de la propuesta y su perfecta ejecución a nivel de dirección.


                               Tras un emotivo inicio que sirve como canalizador de un creciente sentimiento empático hacia la familia protagonista, la película entra pronto en materia. La hija de David Kim desaparece sin dejar rastro, y ante la falta de avances en la investigación por parte de la policía, su padre decide tomar cartas en el asunto y decide rastrear los movimientos de su hija en la red para tratar de encontrar alguna pista que arroje luz sobre el asunto. A partir de aquí asistimos a una película enteramente narrada a través de lo que visualizamos en pantallas de móviles, ordenadores y televisión, un recurso que funciona magníficamente y que está tan bien llevado que no tardamos en entrar en aceptar la propuesta de buen grado. Esta potencia visual se apoya, afortunadamente, en un guión sólido y consistente, que propicia que la tensión vaya in crescendo, pero sin dejar de lado el aspecto humano de la historia, tomándose su tiempo para mostrarnos el punto en el que se encuentra la relación paterno-filial entre padre e hija y lanzando al público una pregunta inquietante: ¿conocemos bien a nuestros hijos? No faltan los giros de guión habituales del género, pero están bien insertados y terminan siendo creíbles dentro del contexto de la historia.



                                  El peso interpretativo recae principalmente en dos actores. Por un lado tenemos a John Cho (Seúl, 1972), muy convincente en el papel de padre desesperado, mostrando un abanico muy amplio de emociones que conforman un personaje creíble desde el primer momento. Debra Messing (Brooklyn, 1968) es la detective encargada del caso, la cual se lo toma como algo personal desde el principio, aunque el padre de la desaparecida no esté demasiado contento con el modo en el que la policía lleva el caso.


                                  En definitiva, una película ejecutada con mucho oficio, que además de generar una buena dosis de suspense sirve como reflexión sobre los peligros de la tecnología en el mundo actual, ahondando también en el campo de las relaciones interpersonales, especialmente entre padres e hijos. 

NOTA: 8/10

miércoles, 22 de agosto de 2018

Crítica: The Equalizer 2 (2018)

FICHA TÉCNICA
Título: The Equalizer 2 País: Estados Unidos Género: Acción, Crimen, Thriller Duración: 121 minutos Director: Antoine Fuqua Guión: Richard Wenk, basado en el personaje creado para televisión por Michael Sloan y Richard Lindheim Productores: Todd Black, Jason Blumenthal, Tony Eldridge, Antoine Fuqua, Michael Sloan, Denzel Washington, Richard Wenk, Molly Allen, David J. Bloomfield, Kat Samick, Steve Tisch, Alex Siskin, Mace Neufeld Música: Harry Gregson-Williams Fotografía: Oliver Wood Montaje: Conrad Buff IV Intérpretes: Denzel Washington, Pedro Pascal, Ashton Sanders, Orson Bean, Bill Pullman, Melissa Leo, Jonathan Scarfe, Sakina Jaffrey, Kazy Tauginas, Garrett Golden, Adam Karst, Caroline Day Estreno en España: 10 de agosto de 2018 Calificación por edades: No recomendada para menores de 18 años




SINOPSIS: Regresa a la gran pantalla Robert McCall, el veterano ex-agente del gobierno que decide seguir combatiendo por su cuenta contra delincuentes, secuestradores o cualquier tipo de extorsionador, por muy arriesgados que sean. Pero en esta ocasión, este justiciero va a tener que enfrentarse a un caso en el que entrarán en juego cuestiones muy personales. Y es que Susan Plummer, su compañera de la CIA, una ex-agente retirada, ha desaparecido. (Fuente: Sensacine)

CRÍTICA: En una dilatada carrera que se extiende durante más de 30 años, Denzel Washington (Mount Vernon, 1954) nunca había participado en una secuela de ninguno de sus éxitos. Pero el hecho de que The Equalizer: El protector (2014) funcionara estupendamente tanto a nivel de taquilla como de crítica, animó a los responsables a embarcarse en una segunda parte, conscientes de que Robert McCall, el personaje interpretado por Washington, tenía mucho recorrido por delante. También repiten el director, Antoine Fuqua (Pittsburgh, 1965) y el encargado del libreto Richard Wenk (Plainfield, 1956), que, aunque no dejan de dotar a la película de una línea continuista reflejada en las virtudes que iluminaron la primera parte, optan por aportarle matices nuevos con el objetivo de enriquecer el producto final, aunque de manera algo irregular, lo que acaba suponiendo un pequeño obstáculo en su desarrollo narrativo.

                     La fórmula evoca a la de la primera parte en su esquema principal. Robert McCall es un ex-militar retirado que lleva una vida (aparentemente) tranquila, salvo cuando se dedica a ayudar a gente con problemas, momento en el que no duda en emplear todas sus habilidades para acabar con las injusticias. En "The Equalizer" tan solo se adivinaban pequeños esbozos de la personalidad de McCall, ya que la información venía con cuentagotas, además de recalcar constantemente su ostracismo voluntario. En "The Equalizer 2" el escenario varía sustancialmente, ya que nos encontramos con un personaje que se ha abierto al mundo y que no rehuye el contacto social. Y aquí es donde encuentro el principal problema de la película, ya que el metraje se alarga en exceso por las conversaciones que McCall mantiene con varios de los personajes de la cinta, conversaciones en muchas ocasiones vacuas e innecesarias, redundantes y que no aportan nada a la trama ni tampoco al perfil del protagonista, más allá de recalcar que es un buen hombre preocupado por sus el bienestar de sus conciudadanos, el prototipo perfecto de antihéroe. Tal vez la relación más interesante es la que mantiene con su joven vecino, Miles, enfocada desde un evidente prisma paternofilial. Por otro lado, el guión es bastante sobrio, con una historia que, al contrario de muchas de las últimas películas de espías, se sigue con relativa facilidad al no centrarse en una trama enrevesada, amén de contar con un par de giros que se ven venir de lejos.


                   Fuqua rinde a gran nivel en lo que es su auténtica especialidad, las escenas de acción. Están bien dosificadas a lo largo de todo el metraje, destacando por su solvente manejo de la cámara y por ofrecer una violencia cruda, seca, sin demasiadas florituras, destacando dos por encima de todas una que se sucede en el interior de un coche, con un plano realmente sublime, y por otro lado la que cierra la cinta, un ejercicio visual y de montaje de sonido sencillamente espectacular, con un duelo al más puro estilo del "spaguetti western". La banda sonora original no tiene una presencia demasiado destacable, más allá del tema central que ya escuchamos en la primera parte.

                     En definitiva, una película que intenta ofrecer algo más que su antecesora pero que patina en el tratamiento de las novedades, centrándose en conversaciones bastante triviales e innecesarias para redundar en la personalidad y comportamiento del protagonista pero que ralentizan en ocasiones el relato. En lo relativo al apartado técnico no hay nada que objetar: buena fotografía y buen sonido al servicio de un puñado de escenas de acción sobriamente rodadas. 

 NOTA: 6,75/10     

viernes, 17 de agosto de 2018

Crítica: Megalodón (2018)

FICHA TÉCNICA
Título: The Meg País: China, Estados Unidos Género: Acción, Horror, Ciencia-Ficción Duración: 117 minutos Director: John Turtletaub Guión: Dean Georgaris, John Hoeber, Eric Hoeber Productores: Belle Avery,  Lorenzo di Bonaventura, Colin Wilson, Jie Chen, Barrie M. Osborne, Chunzi Wang, Chi-Li Wong, Chantal Nong, Randy Greenberg Música: Harry Gregson-Williams Fotografía: Tom Stern Montaje: Steven Kemper, Kelly Matsumoto Intérpretes: Jason Statham, Bingbing Li, Rainn Wilson, Cliff Curtis, Winston Chao, Shuya Sophia Kai, Ruby Rose, Page Kennedy, Robert Taylor, Ólafur Darri Ólafsson, Jessica McNamee, Masi Oka, Raymond Vinten, Hongmei Mai, Wei Yi, Vithaya Pansringarm, Rob Kipa-Williams, Tawanda Manyimo Estreno en España: 10 de agosto de 2018 Calificación por edades: No recomendada para menores de 12 años



SINOPSIS: Un submarino de aguas profundas, que forma parte de un programa internacional, es atacado por una enorme criatura y queda averiado en el fondo de la fosa oceánica más profunda del Pacífico, con su tripulación atrapada en el interior. El tiempo se acaba y un oceanógrafo chino, el Dr. Chang, recluta a Jonas Taylor, un especialista en rescate en aguas profundas, en contra de los deseos de su hija Suyin, que cree que puede rescatar a la tripulación por sus propios medios. Pero ambos deberán unir sus fuerzas para salvar a la tripulación y también al océano de una amenaza imparable. (Fuente: Filmaffinity)

SINOPSIS: Hace ya varios años que llegó por casualidad a mis manos una novela de la que no tenía ninguna referencia, y era raro, puesto que todo lo relacionado con los tiburones (en especial las películas) siempre me ha atraído. Dicha novela era MEG (1997) de Steve Alten, que sin ser una maravilla trataba un tema interesante, la posibilidad de que el Megalodón, un enorme tiburón prehistórico, hubiera sobrevivido hasta nuestros días. Vamos, que había material de sobra para que los grandes estudios de Hollywood se fijarán en el libro para llevarlo a la gran pantalla. El problema es que el proyecto fue pasando de unas manos a otras, se barajaron multitud de directores y el guión se reescribió una y otra vez, sin que la empresa llegara a buen puerto. Finalmente el trabajo cayó en las manos de Jon Turteltaub (New York City, 1963), uno de esos directores cumplidores y competentes que tanto abundan en Hollywood, cuyos mayores éxitos son Mientras dormías (1995) y La búsqueda (2004). Con un presupuesto de unos 130 millones de dólares, nos ofrece una película entretenida, someramente filmada y con un par de escenas de acción destacables, pero que, lamentablemente, se queda a años luz de lo que podría haber sido, teniendo en cuenta el material que manejaba. Veamos las sombras y alguna otra luz que proyecta uno de los blockbusters del verano.


                          El principal problema que le encuentro a "Megalodón" es la falta de valentía de los responsables. El director se queja de que no le han dejado presentar al público la película que había rodado, ya que los productores no contemplaban la posibilidad de que el film recibiera la calificación "R", es decir "No recomendada para menores de 18 años", por lo que decidieron prescindir de algunas escenas para obtener la calificación "PG-13". Yendo al grano, estamos hablando de una película en la que aparece un tiburón de 25 metros y en la que no vemos prácticamente ninguna escena sangrienta, incluso cuando devora a alguno de los personajes. Este detalle me parece una absoluta tomadura de pelo al espectador que acude al cine esperando una auténtica explosión de muerte y destrucción, y supone un hándicap importante para la película, reflejándose dicho lastre en escenas como la de la abarrotada playa china, que enfocándola de otro modo podría haber sido apoteósica. Por otro lado, los ataques del tiburón terminan siendo bastante repetitivos, llegando a perder el factor sorpresa, ya que salvo alguna contada ocasión sabemos cuándo va a aparecer el escualo en escena. Se abusa demasiado del humor, mal utilizado e innecesario en ocasiones, producto de un guión que no destaca principalmente por la calidad de los diálogos de los personajes. Vamos, que nos importan un pimiento, porque aquí la estrella es el tiburón, y tarda la friolera de 40 minutos en dar la cara por primera vez.




                            Pocas virtudes atesora la película más allá de ser entretenida, aunque bien es cierto que las prácticamente dos horas de metraje se antojan bastante largas en ocasiones, provocando cierta sensación de lentitud en ocasiones. Los efectos especiales son impresionantes, el tiburón luce perfectamente en pantalla, aunque como en otras muchas películas de este tipo, el animal cambia de tamaño de unos planos a otros. Paradójicamente, el suspense está muy bien llevado durante la primera media hora de la película, justo cuando el tiburón no aparece en pantalla, herencia directa del clásico por excelencia en estas lides, Tiburón (1975), que destacaba por lo que se intuía más que por lo que mostraba. Talento se llama.

                           Jason Statham (Derbyshire, 1967) llevaba ya tiempo mereciendo un blockbuster de estas características, ya que llevaba un tiempo moviéndose entre películas de bajo presupuesto que frenaban su candidatura a "héroe de acción" del nuevo milenio. Aporta al personaje de Jonas Taylor su habitual chulería y frases lapidarias, aunque por razones obvias no puede desplegar todos sus conocimientos en artes marciales, por lo que sus escenas de acción se reducen a ejecutar piruetas imposibles para escapar en el último momento de las terribles dentelladas del Megalodón. Poco más podemos destacar del resto del reparto, repleto de actores asiáticos, peaje obligado debido al hecho de que casi todo el presupuesto de la película proviene de las arcas chinas.  

                         En definitiva, una película que no constituye un absoluto desastre pero tampoco el pelotazo que se presuponía, no sabiendo definir en ningún momento su estatus, ya que se queda a medio camino entre tomarse en serio a sí misma o el desmadre más absoluto, en la que se echa en falta más sangre en el agua al no explotar al 100% sus potenciales virtudes, quedando en un (liviano) pasatiempo veraniego que, eso sí, nos provocará un un escalofrío cada vez que metamos el pie en el agua este verano...

NOTA : 5,5/10

                

sábado, 28 de julio de 2018

Crítica: El rascacielos (2018)

FICHA TÉCNICA
Título: Skyscraper País: Estados Unidos Género: Acción, Crimen, Drama, Thriller Duración: 102 minutos Director: Rawson Marshall Thurber Guión: Rawson Marshall Thurber Productores: Beau Flynn, Dany Garcia, Hiram Garcia, Eric Hedayat, Petra Holtorf, Wendy Jacobson, Dwayne Johnson, Eric McLeod, Rawson Marshall Thurber Música: Steve Jablonsky Fotografía: Robert Elswit Montaje: Julian Clarke, Michael L. Sale Intérpretes: Dwayne Johnson, Neve Campbell, Chin Han, Roland Moller, Noah Taylor, Byron Mann, Pablo Schreiber, McKenna Roberts, Noah Cottrell, Hannah Quinlivan, Aadrian Holmes, Elfina Luk, Kevin Rankin, Gretal Montgomery, Jett Klyne, Kayden Magnuson, Jason William Day, Matt O´Leary Estreno es España: 19 de julio de 2018 Calificación por edades: No recomendada para menores de 12 años



SINOPSIS: Will Sawyer, antiguo líder del Equipo de Rescate de Rehenes del FBI y veterano de guerra del ejército de Estados Unidos, ahora se encarga de evaluar la seguridad de los rascacielos. Durante un viaje de trabajo en China, se ve incriminado en el incendio del edificio más alto y seguro del mundo. Perseguido y a la fuga, Will deberá encontrar a los que le han tendido la trampa, limpiar su nombre y rescatar a su familia, atrapada en el interior del rascacielos… sin sucumbir a las llamas. (Fuente: Filmaffinity)

CRÍTICA: Verano. Tiempo de blockbusters, destinados a hacernos más llevadero el calor, porque no hay nada como coger nuestras palomitas, nuestra bebida y sentarnos dos horas en el fresquito más absoluto (aunque a veces se les va la mano con el aire acondicionado). Y uno de los que no podía faltar a su cita veraniega es Dwayne Johnson (Hayward, 1972), que sigue estrenando películas como churros y que en esta ocasión nos trae una película con leves reminiscencias de dos clásicos del cine de catástrofes y de acción, como son El coloso en llamas (1974) y Jungla de Cristal (1988), de la que hace unos días se han cumplido 30 años de su estreno en salas. Ya han aparecido los críticos que comparan "El rascacielos" con estas dos películas, y considero que es un punto de vista demasiado injusto, ya que aunque podamos ver esbozos de ambas cintas en varias escenas de la película que nos ocupa, intenta tener su propia identidad, y en esa comparación siempre va a salir perdiendo. "El rascacielos" no deja de ser un liviano divertimento, que sabe lo que puede ofrecer y que no va más allá en sus aspiraciones, con una estrella en estado de gracia y algunas secuencias de auténtico vértigo. 


                          La película entra enseguida en materia. Johnson es Will Sayer, antiguo agente del FBI especialista en situaciones con rehenes, que ahora se dedica a evaluar la seguridad en grandes edificios, por lo que es contratado para realizar un informe sobre "La Perla", un impresionante edificio que es una ciudad en sí mismo. La familia de Sawyer queda atrapada cuando una de las plantas se incendia, y nuestro protagonista hará todo lo que esté en su mano para salvarlos. A partir de ahí asisitimos a hora y media de un absoluto desenfreno en las alturas, con escenas perfectamente ejecutadas pero que juegan peligrosamente con la inverosimilitud más extrema, por lo que no nos queda más remedio que poner el cerebro en punto muerto y dejarnos arrastrar por una sucesión de saltos imposibles que superan todas las leyes de la física. No busquemos un guión elaborado ni un desarrollo de personajes milimétrico, aquí lo que importa es el exceso, que una fantasmada quede eclipsada por una fantasmada aún mayor, entrar en el juego y aceptar que nuestro protagonista es, como poco, un superhéroe inmune a los golpes, a los cortes y al fuego, además de contar con un hándicap que no contaremos para no contar más de lo necesario. La película también se caracteriza por una violencia totalmente aséptica, en la que la sangre brilla prácticamente por su ausencia, con el objetivo de llegar a todo tipo de público, muy lejos de aquella violencia seca, descarnada, de las películas ochenteras. También echamos en falta un villano con el suficiente carisma para llenar la pantalla, y que no quede reducido a una mera comparsa, quedando en segundo plano con el verdadero enemigo de nuestro protagonista, el fuego.

                               Dwayne Johnson es la auténtica estrella de la función. Se ha ganado a pulso un hueco entre los actores más taquilleros de Hollywood, y pelea por convertirse en el "héroe de acción" por excelencia de este siglo. Aunque, a decir verdad, he echado en falta algo de humor mordaz en su actuación, algo a lo que nos tiene acostumbrados, ya quwe en esta ocasión esta añgo más comedido y no nos regala algunas de sus frases lapidarias. Ha sido toda una sorpresa reencontranos con Neve Campbell (Ontario, 1973), que tuvo su momento de gloria a finales de los 90 y que estaba relegada a los cajones del olvido fílmico, y que en esta película no se dedica a ser la mera comparsa, sino que nos regala un personaje con los bemoles necesarios para ser una partenaire perfecta de "La Roca".

                                En definitiva, una película perfecta para evadirse durante una hora y media, que nos satisfará si dejamos nuestro nivel de exigencia en un segundo plano, sólidamente rodada y con un actor en el mejor momento de su carrera. También debemos saber perdonar sus inverosímiles situaciones para disfrutar plenamente de ella.

NOTA: 6/10  

miércoles, 11 de julio de 2018

Crítica: Jurassic World: El reino caído (2018)

FICHA TÉCNICA
Título: Jurassic World: Fallen Kingdom País: Estados Unidos, España Género: Acción, Aventura, Ciencia-Ficción Duración: 128 minutos Director: J.A.Bayona Guión: Colin Trevorrow, Derek Connoly, basado en personajes creados por Michael Crichton Productores: Belén Atienza, Patrick Crowley, Frank Marshall, Steven Spielberg, Colin Trevorrow, Thomas Tull, Thomas Hayslip Música: Patrick Doyle Fotografía: Oscar Faura Montaje: Bernat Vilaplana Intérpretes: Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, Jeff Goldblum, Daniella Pineda, Ted Levine, James Cromwell, BD Wong, Rafe Spall, Toby Jones, Geraldine Chaplin, Justice Smith, Isabella Sermon, Daniel Stisen, Conlan Casal, Peter Jason, Jo Hart, Michael Papajohn, Robert Emms, Faith Fay, Kevin Layne Estreno en España: 7 de junio de 2018 Calificación por edades: No recomendada para menores de 12 años 



SINOPSIS: Una erupción volcánica amenaza a los dinosaurios restantes en la Isla Nublar, donde las criaturas han vagado libremente durante años tras de la desaparición del parque temático "Jurassic World". Claire Dearing, ex gerente del parque, ahora fundó el Grupo de Protección de Dinosaurios, una organización dedicada a proteger a los dinosaurios. Para ayudar con su causa, Claire ha reclutado a Owen Grady, el ex entrenador de dinosaurios que trabajó en el parque, para evitar la extinción de los dinosaurios...

CRÍTICA: Los dinosaurios siguen estando de moda. Veinticinco años después de que Steven Spielberg (Cincinnati, 1946), rompiera todos los esquemas cinematográficos y los resucitara en Parque Jurásico (1993), y tras los buenos resultados cosechados en taquilla por Jurassic World (2015), el reinicio de la saga dirigido por Colin Trevorrow (San Francisco, 1976), llega a nuestras pantallas "Jurassic World: El Reino Caído", cuya dirección en esta ocasión le ha sido encomendada al español J.A. Bayona (Barcelona, 1975), que empieza a llamar la atención dentro de la industria cinematográfica estadounidense, y cuyo trabajo parece que ha cumplido con las expectativas, aunque ya sabemos que la taquilla manda. Bayona nos ofrece una película que no da respiro al espectador en ningún momento, en la que los auténticos protagonistas de la función son los dinosaurios, lo que provoca que se deje un poco de lado el desarrollo de los personajes, que se convierten en meras comparsas. Duplica la espectacularidad, el desenfreno y el número de dinosaurios por metro cuadrado que nos ofrecía "Jurassic World", tratando Bayona de aportar un punto sentimental presente en toda su filmografía y con el hándicap de no tener un buen guión en el que apoyarse. Vayamos por partes...


                        La película está dividida principalmente en dos segmentos. El primero de ellos se desarrolla en la Isla Nublar,cuando nuestros protagonistas se embarcan en una misión para rescatar a los dinosaurios de una (nueva) extinción más que segura, ya que el volcán de dicha isla ha entrado en erupción, y es la parte que tiene más puntos en común con "Jurassic World", ofreciéndonos una aventura trepidante,en la que la acción apenas nos da un respiro, y en la que las referencias, homenajes y guiños a "Jurassic Park" son prácticamente constantes, y en la que Bayona da buena muestra de su saber hacer tras las cámaras, especialmente en el par de escenas submarinas que tenemos en este primer acto, tomando como referencia el trabajo de Steven Spielberg y aportando ideas nuevas de cosecha propia que sirven para expandir el uiverso jurásico, apoyado en una fotografía que luce estupendamente en las tomas aéreas de la isla. Asoma también por momentos el dilema moral que plantea la trilogía en muchas de sus partes, el hecho de jugar a ser Dios y las consecuencias que puede tener. El doctor Ian Malcolm, interpretados por Jeff Goldblum, siembra la duda en sus escasos pero determinantes discursos. ¿Hay que salvar a los dinosaurios de la isla o hay que dejar que la vida siga su curso y propiciar que se extingan nuevamente?  


                           Es en el segundo tramo de la película donde Bayona se encuentra más a gusto, ya que se mueve por derroteros en los que se maneja a la perfección, ya explorados en películas como El orfanato (2007), transformando la película en una historia de terror gótico, que se desarrolla en una gran masión. Es aquí donde el director puede sacar todo el partido a su habitual juego de luces y sombras y diseñar un juego del gato y el ratón en un escenario claustrofóbico, con pasillos laberínticos y un nuevo y terrorífico dinosaurio campando a sus anchas. Maneja perfectamente los tempos del suspense, y consigue atraparnos en la butaca, recordándonos que los dinosaurios no son mascotas, y sí una amenaza muy real. 


                            Chris Pratt (Virginia, 1979) sigue afianzándose como uno de los actores del momento. Tiene carisma, presencia en pantalla y una innegable química con sus compañera de reparto, Bryce Dallas Howard (Los Ángeles, 1981), aunque ambos personajes se ven arrastrados por las carencias de un guión bastante flojo que no desarrolla sus personajes de forma más extensa. Lo mismo ocurre con actores de la talla de Toby Jones (Hammersmith, 1966), James Cromwell (Los Ángeles, 1940) o Geraldine Chaplin (Santa Mónica, 1944), siendo desperdiciados sus talentos por la irregularidad del libreto. También se echa en falta un villano con algo más de empaque que Rafe Spall (Camberwell, 1983) o Ted Levine (Bellaire, 1957). Es destacable el trabajo de la joven Isabella Sermon, con gran protagonismo en el segundo segmento de la película.

                               En definitiva, una película que funciona perfectamente como bisagra a la espera de la parte que cierre esta nueva trilogía, con una muy buena dirección de Bayona, que da sobradas muestras de ser capaz de afrontar un proyecto tan mastodóntico, aunque apoyada en un guión bastante flojo, que, lejos de sus dos protagonistas principales, no tiene un desarrollo de personajes demasiado elaborado, aunque bien es cierto que las auténticas estrellas de la función son los dinosaurios, que lucen espectacularmente. Un divertimento puro y duro, con alguna que otra cuestión moral y un homenaje sincero al primer "Jurassic Park".

NOTA: 7/10