martes, 17 de enero de 2017

Crítica: Train to Busan (2016)

FICHA TÉCNICA
Título original: 부산행 Busanhaeng País: Corea del Sur Duración: 118 minutos Género: Acción, drama, horror Director: Sang-ho Yeon Guión: Sang-ho Yeon Productores: Lee Dong-Ha Productora: Red Peter Film Música: Jang Young-gyu Fotografía: Hyung-deok Lee Intérpretes: Yoo Gong, Soo-an Kim, Yu-mi Jung, Dong-seok Ma, Woo-sik Choi, Sohee, Eui-sung Kim, Eun-kyung Shim, Gwi-hwa Choi, Seok-yong Jeong, Jang Hyuk-Jin, Myung-sin Park Esteno en España: 4 de enero del 2017 Calificación por edades: No recomendada para menores de dieciséis años



SINOPSISUn virus letal se expande por Corea del Sur, provocando violentos altercados. Los pasajeros de un tren KTX que viaja de Seúl a Busan tendrán que luchar por su supervivencia.

CRÍTICA: De un tiempo a esta parte, el interés por el género de terror, y más concretamente por el subgénero de los zombis, ha crecido exponencialmente, hallando su punto culminante en el fenómeno The walking dead (2010- ), que instaló de manera definitiva en nuestra sociedad la fiebre por todo lo que rodea a los muertos vivientes, provocando una avalancha de películas y series, siendo la gran mayoría de ellas de una calidad más que discutible. Evidentemente, a estas alturas, prácticamente está todo inventado, y es complicado encontrar una propuesta que arroje algo de originalidad a un género muy explotado y que acaba contentando únicamente a sus incondicionales (entre los que me incluyo). Una de las propuestas que puede dar un nuevo aire al género es la surcoreana "Train to Busan", dirigida por Sang-ho Yeon (Seúl, 1978), que ya tenía una sólida carrera como director de animación (es más, "Train to Busan" está basada en Seoul Station (2016), del mismo director) y que en esta ocasión se atreve con personajes de carne y hueso. 

                                                                                                                 
                         El punto de partida es sencillo: un grupo de personas se ve atrapada en el tren que va de Seúl a Busan debido a una epidemia provocada por un virus que convierte a las personas a seres ávidos de carne humana. Vamos, lo de casi siempre. Tras unos minutos dedicados a la obligada presentación de los personajes, entramos en el tren en cuestión, donde los acontecimientos se van desarrollando rápidamente. A partir de ese momento, asistimos a una película que no da ni un segundo de tregua, a través de diferentes escenas de acción perfectamente rodadas y coreografiadas (algunas incluyen la presencia de multitud de extras), en las que no falta la ración habitual de sangre (sin llegar a cotas de salvajismo ya vistas con anterioridad, no se nos vaya a desmayar el público...), y todo aderezado con el habitual sentido del humor de las producciones surcoreanas. Realmente, los zombis constituyen una excusa para que el director haga una feroz crítica a algunos de los males que asolan a la sociedad actual, como las familias desestructuradas, reflejadas en el protagonista, absorbido completamente por su trabajo y sin tiempo para ocuparse de su hija pequeña. También observamos la deshumanización de la sociedad, en la que todos miran por sí mismos sin preocuparse por el que tienen al lado. Y quizás ese es uno de los puntos fuertes de la película, un buen desarrollo de los personajes, cada uno con sus motivaciones y preocupaciones, personajes que te importan, al contrario que sucede en muchas de las producciones de este tipo.





                       El reparto cumple a la perfección. Es norma habitual de las películas de infectados (sí, ahora se llaman así) que un grupo de variopintos personajes se junten para afrontar la situación. "Train to Busan" no iba a ser menos, por lo que tenemos al ejecutivo de éxito con problemas familiares, la feliz pareja que espera un bebé, un mendigo, un hombre de negocios sin escrúpulos y hasta un equipo de baseball...Diferentes estamentos sociales afrontando una situación extrema. Sin decantarme expresamente por ninguno de los actores, ya que todos están más que correctos, la niña es la que más transmite la confusión y terror que el desastre provoca en los personajes. 

                  En definitiva, una película que le da una nueva dimensión a un subgénero que nos tenía algo saturados. El hecho de que la acción se desarrolle en un espacio cerrado como es un tren suma tensión a la trama, y se agradece que el guión se esfuerce por dar una identidad a los personajes, provocando que el espectador empatice con ellos y no todo se reduzca a hacer cábalas sobre el orden en el que irán pereciendo. Todo rodado de manera muy competente y con unos FX muy destacables. 


NOTA: 8/10







miércoles, 4 de enero de 2017

Crítica: Hasta el último hombre (2016)

FICHA TÉCNICA
Título original: Hacksaw Ridge País: Estados Unidos, Australia Duración: 131 minutos Género: Drama, Histórico, Bélico Director:  Mel Gibson Guión: Robert Schenkkan, Andrew Knight Productores: Michael Bassick, Lawrence Bender, Terry Benedict Música: Rupert Gregson-Williams Fotografía: Simon Duggan Montaje: John Gilbert Intérpretes: Andrew Garfield, Sam Worthington, Hugo Weaving, Vince Vaughn, Luke Bracey, Theresa Palmer Estreno en España: 7 de diciembre del 2016 Calificación por edades: No recomendada para menores de 16 años


SINÓPSIS: Segunda Guerra Mundial. Desmond Doss (Andrew Garfield), un joven contrario a la violencia, se alista en el ejército de los EEUU con el objetivo de servir como médico durante la guerra. Tras enfrentarse a las autoridades militares y a un juicio por su negativa a empuñar un arma, consigue su objetivo y es enviado a servir como médico al frente japonés.

CRÍTICA: Si algo ha demostrado Mel Gibson (Peekskill, 1956) a lo largo de su carrera ha sido esa inmensa capacidad para no dejar a nadie indiferente, tanto en su faceta interpretativa como, especialmente, en su trabajo detrás de las cámaras. Ambas dimensiones nunca han estado exentas de polémicas, con acusaciones de homofobia y antisemitismo y problemas con el alcohol entre otras cosas. Él se mueve como pez en el agua en este ambiente, y a través de su cine deja que el espectador decida qué es lo que trata de denunciar con las películas que dirige, películas que financia en gran parte con dinero de su propio bolsillo, lo que le permite hacer lo que quiere y como quiere. Tras abordar diversos géneros, era cuestión de tiempo que Gibson se atreviera con el cine bélico, y en "Hasta el último hombre" deja sus habituales sellos de identidad, aquellos que han convertido a Gibson en uno de los directores más viscerales de la actualidad.

                          La principal sensación que me dejó "Hasta el último hombre" es la de haber visto dos películas en una. Y aunque considero que el primer tramo de la historia es necesario para explicar las motivaciones de los personajes, veo situaciones demasiado forzadas (como la historia de amor entre el soldado y la enfermera) y un repetitivo tratamiento de la ideología de Desmond Doss, lo que convierte en redundantes muchos de los minutos de este primer acto. Todo ello aderezado con constantes referencias a la Biblia y al catolicismo, al tener la familia del protagonista unas profundas convicciones religiosas. Además, toda la parte del entrenamiento militar me parece bastante floja, pero sin duda eso es culpa de R. Lee Ermey y su memorable Sargento Hartman en La chaqueta metálica (1987) de Stanley Kubrick, además de un flagrante error de casting. A pesar de estar rodada de manera eficiente por el director, sientes que la película no termina de arrancar, y ese ritmo cansino resta bastantes puntos a la valoración final.

                            Es en la segunda parte del metraje, esa en la que nos metemos de lleno en las trincheras, donde el bueno de Mel empieza a encontrarse totalmente a gusto y donde usa todos los mecanismos necesarios para que sus películas funcionen a la perfección, que no son otros que una dirección firme, sin fisuras, y una capacidad notable para mostrar la violencia en su máxima expresión. Sientes el barro, sientes la sangre, sientes el miedo que atenaza a los soldados, sus expresiones de desconcierto, el sumo cuidado con el que tratan sus objetos personales, única esperanza a la que aferrarse en medio del infierno que están viviendo.Y también observas la evolución (o no) del personaje de Doss, puedes entender su forma de actuar (o no), pero el debate está servido. Lo que es cierto es que tras este despliegue de fuertes emociones, perdonas al director por ese desliz que ha tenido en la primera hora de metraje y vuelves a pensar lo bueno que es.



                           Antes de que se me olvide, me gustaría empezar el recorrido por el reparto con el error de casting que he comentado con anterioridad. No soporto a Vince Vaughn, un tipo que se ha especializado en comedias y que no tiene ni pizca de gracia, y que si se atreve con algo más serio, sale escaldado (un lunar interpretativo en la fallida segunda temporada de True Detective (2014- ), por lo que su participación en esta película como el Sargento Howell es un insulto al espectador. Andrew Garfield es un actor al que no todavía no le he pillado el punto. Cierto es que me gustó bastante como Spider-Man, papel por el que ha sido vapuleado, pero todavía tiene que llegar la película que me lo confirme como uno de los actores a seguir. Esperemos que dicha película sea la nueva de Martin ScorseseSilencio (2016). Como el soldado Doss está bastante correcto, e incluso puede que acumule un buen puñado de nominaciones para la temporada de premios, ya que es un tipo de personaje muy del gusto de los académicos.Del resto del reparto me quedo con un siempre cumplidor Hugo Weaving, que encarna al padre del soldado Doss, y que sufre las secuelas de lo vivido en la 1ª Guerra Mundial.

                              En definitiva, otra muestra más de que el cine bélico está más vivo que nunca, a través de los ojos de un director valiente, que no se casa con nadie y cuyas virtudes cinematográficas le vienen como anillo al dedo al género. Lenta y algo cursi en su primer tramo, brutal y descarnada en toda la parte que se desarrolla en Okinawa, conforma un díptico que agradará a un amplio espectro de espectadores.


NOTA: 8/10