miércoles, 29 de agosto de 2012

Crítica: Los Mercenarios 2 (2012)

FICHA TÉCNICA

Película: Los mercenarios 2. Título original: The expendables 2. Dirección: Simon West. País: USA. Año: 2012. Duración: 102 min. Género: Acción. Intérpretes: Sylvester Stallone (Barney Ross), Jason Statham (Lee Christmas), Jet Li  (Yin Yang), Dolph Lundgren (Gunner Jensen), Chuck Norris (Booker), Terry Crews (Hale Caesar), Randy Couture (Toll Road),  Liam Hemsworth (Billy El Niño), Jean-Claude Van Damme (Jean Vilain), Bruce Willis  (Church), Arnold Schwarzenegger (Trench), Yu Nan (Maggie). Guión: Richard Wenk y Sylvester Stallone; basado en un argumento de David Agosto, Ken Kaufman y Richard Wenk; a partir de los personajes creados por David Callaham. Producción: Avi Lerner, Kevin King Templeton, Led Weldon y Danny Lerner. Música: Brian Tyler. Fotografía: Shelly Johnson. Montaje: Todd E. Miller. Diseño de producción: Paul Cross. Vestuario: Lizz Wolf. Distribuidora: Aurum.





SINOPSIS: Los Mercenarios han vuelto, y esta vez es personal... Barney Ross (Sylvester Stallone), Lee Christmas (Jason Statham), Yin Yang (Jet Li), Gunner Jensen (Dolph Lundgren), Toll Road (Randy Couture) y Hale Caesar (Terry Crews), con su miembro más reciente, Billy (Liam Hemsworth), se vuelven a reunir cuando Iglesia (Bruce Willis) les encarga un trabajo en apariencia sencillo y muy lucrativo. Sin embargo, las cosas se tuercen cuando un peligroso terrorista llamado Villain (Jean-Claude Van Damme) les tiende una emboscada, lo que les impulsa a buscar venganza. Así es como van sembrando a su paso la destrucción y el caos entre sus enemigos hasta que se encuentran con una amenaza inesperada: cinco toneladas de plutonio apto para uso militar, una cantidad más que suficiente para cambiar el equilibrio de poder en el mundo.


     "Los viejos rockeros nunca mueren". Esta conocida expresión le viene que ni pintada a la película que nos ocupa, secuela supervitaminada de aquel homenaje al cine de acción ochentero que Sylvester Stallone nos ofreció hace un par de años, y en el que reunió a parte de los representantes de ese cine de videoclub que solíamos disfrutar en sesión doble con nuestro reproductor VHS. Y aunque el resultado era muy digno y el entretenimiento estaba asegurado, faltaba algo que se ha subsanado en esta segunda parte. Faltaban muchos de los verdaderos pesos pesados de ese cine al que homenajea, y en "Los Mercenarios 2" no han escatimado en ellos, dando más minutos a aquellos que en la primera parte únicamente tenían un breve cameo y poniendo en nómina a otros nuevos. Y el resultado ha sido espectacular.


     Ya que estamos con dichos y refranes varios, hay otro que el cine ha hecho suyo y es aquel que reza que "Segundas partes nunca fueron buenas".  Aquí se ha equivocado de pleno, ya que esta secuela multiplica por 100 todo lo que ya nos ofreció la primera parte. Un aspecto en el que ha ganado enteros es en el de la dirección, ya que las evidentes carencias de Stallone detrás de las cámaras quedan eclipsadas por el buen hacer de Simon West en el género de acción, director entre otras de Con Air (1997), que aporta por ejemplo un montaje más equilibrado que el de su predecesora. Las escenas de acción son espectaculares, el prólogo deja en mantillas el dicho "entrar como un elefante en una cacharrería", constituyendo un auténtico ejercicio de pirotecnia en el que no se escatima en sangre y violencia, en el que cada disparo hace un auténtico destrozo. Y, por supuesto, si hay algo que sobresale por encima de todo lo expuesto hasta ahora son los protagonistas, esos que hacen que merezca la pena pagar la entrada.


     Antes de hablar de los actores en sí, me gustaría hacer un inciso para dejar claro que si queremos disfrutar de cada una de sus apariciones es absolutamente imprescindible tener algunas nociones de cine ochentero y haber visto la gran mayoría de las películas que han interpretado, especialmente las más significativas. Dicho esto, me gustaría empezar por la cabeza visible del proyecto, Sylvester Stallone. Al contrario de lo que pueda parecer, baja enteros en esta secuela en cuanto a carisma, tal vez apabullado por la pléyade de estrellas que se han reunido a su alrededor. Solo en la batalla final contra el villano de turno parece que el bueno de Sly vuelve a estar en su salsa. Siguiendo con las viejas glorias, tenemos a dos actores que en la primera parte apenas acumulaban unos minutos y que aquí han decidido unirse a la fiesta a lo grande: Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger. Los momentos en que estos dos se unen a Stallone y empiezan a hacer chistes a costa de la edad y de las películas que han protagonizado cada uno son los más disfrutables para los fans del cine ochentero. Otro personaje a tener muy en cuenta es el interpretado por Dolph Lundgren, que acapara algunas de las mejores frases de la película. Jet Li se convierte en uno de los más desaprovechados, siendo su presencia meramente testimonial, diciendo las malas lenguas que se debe a su escaso feeling con Jean-Claude Van Damme, que aquí encarna al villano de turno y que disfruta de cada minuto en pantalla, ofreciéndonos en la batalla final sus famosas patadas voladoras. Pero la presencia más celebrada y la que más aplausos arranca en las salas es la de Chuck Norris, auténtico icono de este tipo de cine y que evidentemente no podía faltar a la cita. Por último, destacar a Jason Statham, que recoge el simbólico testigo de manos de sus ya talluditos compañeros para continuar el trabajo de action hero. La presencia de Liam Hemsworth se entiende como un reclamo para llevar al cine a las jovenes generaciones para que aprendan de los auténticos maestros.




     Y como "No es oro todo lo que reluce", la película también tiene sus puntos negativos. Uno de ellos es el guión, ya que lejos de las escenas de acción y de los chascarrillos de los protagonistas, los momentos en los que todo está calmado asistimos a algunas de las líneas de diálogo más sonrojantes de los últimos tiempos. Ojo a la explicación de Billy el Niño de por qué dejó el ejército, vergüenza ajena es lo que provoca. ¿Pero realmente alguien espera profundidad en los diálogos en una película de estas características? ¡¡¡Que sale Chuck Norris!!! Otro aspecto que nunca me ha gustado de este tipo de películas es el complejo de patito de feria que tienen los secuaces del malo. Al hecho de no saber esconderse y ponerse descaradamente a tiro de cualquiera de nuestros protagonistas se une el que no tienen ni idea de disparar. Unos auténticos mentecatos, oiga... ¿Pero realmente alguien espera otra cosa en este tipo de películas? Nuestros héroes tienen que ejercer como tales, y no es de recibo ponerles en más dificultades de las necesarias. Por último, la banda sonora no aporta nada nuevo a lo ya escuchado en otras películas de acción, muy correcta y sin grandes alardes.


     En definitiva, un sincero homenaje a esas películas que conseguían que saliéramos del cine queriendo ser Rambo, Terminator o John McClane, y que tiene un alto grado de autoparodia, sin pretensiones de ningún tipo salvo la de entretener y que junta a algunos de los auténticos jefazos en lo que a cine de acción se refiere. 


LO MEJOR: Ver a auténticos iconos del cine de acción juntos en pantalla; los apabullantes prólogo y final; frases lapidarias.

LO PEOR: El guión en los tiempos muertos; poca presencia de Jet Li; que el espectador se la tome en serio; le han cambiado el doblaje a Stallone.

MI NOTA: 8/10


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jueves, 23 de agosto de 2012

Crítica: El legado de Bourne (2012)

FICHA TÉCNICA

Película: El legado de Bourne. Título original: The Bourne legacy. Dirección: Tony Gilroy. País: USA. Año: 2012. Duración: 135 min. Género: Acción, thriller. Intérpretes: Jeremy Renner (Aaron Cross), Rachel Weisz (Dra. Marta Shearing), Edward Norton (coronel Eric Byer), Joan Allen (Pamela Landy), Albert Finney (Dr. Albert Hirsch), Oscar Isaac (Nº 3), Stacy Keach  (almirante Turso), Scott Glenn (Ezra Kramer), David Strathairn (Noah Vosen), Donna Murphy (Dita). Guión: Tony Gilroy y Dan Gilroy; basado en la novela de Eric van Lustbader, inspirada a su vez en los personajes creados por Robert Ludlum. Producción: Patrick Crowley, Frank Marshall, Ben Smith y Jeffrey M. Weiner. Música: James Newton Howard. Fotografía: Robert Elswit. Montaje: John Gilroy. Diseño de producción: Kevin Thompson. Vestuario: Shay Cunliffe. Distribuidora: Universal Pictures International Spain.




SINOPSIS: Aaron Cross es creado por el programa Outcome. Los agentes de este programa no han sido diseñados para asesinar, sino para funcionar en solitario en misiones altamente arriesgadas, sin embargo el programa Outcome se convierte en un peligro cuando la historia de Bourne pasa al dominio público.


     Aterriza desde Hollywood el enésimo spin-off de una saga de éxito, siendo el turno esta vez de las aventuras del agente amnésico Jason Bourne, interpretado por Matt Damon. Había que seguir explotando la gallina de los huevos de oro, y ante la negativa del actor y del director de las dos últimas entregas de la trilogía, Paul Greengrass, a seguir con la serie de películas, los responsables decidieron dar un giro radical y sacarse de la manga un nuevo personaje,evidentemente sin obviar las referencias a Bourne. Pues bien, este aspecto es el que provoca que "El legado de Bourne" nunca llegue a tener una identidad propia y consiga desmarcarse de la trilogía que la precede. Es más, creo que estamos ante una de esas películas en las que el mismo título lastra todas las posibilidades de que la historia adquiera sus propias señas de identidad y funcione como película independiente del universo al que pertenece. A pesar de esa primera escena en la que Jason Bourne entrega el testigo de manera figurada a Aaron Cross, el fantasma del primero sobrevuela cada una de las acciones y cada uno de los diálogos de esta película., haciendo muy difícil conseguir la independencia narrativa. Si eres un apasionado de la saga, esta película va a suponer una difícil digestión, porque va a ser muy complicado suprimir el deseo de compararlas; si por contra te dan igual las tres primeras películas y solo buscas entretenimiento, esta puede ser tu opción. Yo soy de los primeros, así que la película no me ha dejado del todo satisfecho. Como siempre, trataremos de analizar las luces y las sombras de "El legado de Bourne".


     Lo que en la trilogía original era una historia muy bien hilada con multitud de recovecos en el que acompañabamos a Jason Bourne en su lucha por recuperar su propia identidad se convierte aquí en un juego de supervivencia puro y duro, en el que Aaron Cross no alcanza las cotas de paranoia y desorientación de Bourne. Vuelvo a repetir que las constantes referencias al primero impiden que nos centremos únicamente en las andanzas de Cross, y que nuestra curiosidad nos empuje a tratar de saber más sobre lo que le ha ocurrido a Bourne. El hecho de que desfilen uno detrás de otro casi todos los personajes de la trilogía original no hace nada más que cubrir el producto con el velo de la confusión, saturándonos de información que en esos momentos puede resultar hasta irrelevante. Es incomprensible que el director de esta película, Tony Gilroy, que ha sido el encargado de los guiones de las tres películas anteriores, nos ofrezca en esta un libreto tan descafeinado y sin la fuerza de sus predecesoras. Por otro lado, la gestión de las escenas de acción es totalmente arrítmica, ya que al acabar la película uno tiene la sensación de que faltan escenas adrenalíticas y que las hay se desarrollan de un modo atropellado. Otro punto negativo es el anticlimático final, un aunténtico coitus interruptus, ya que cuando parece que la cosa coge carrerilla y uno se está frotando las manos, la película ¡¡¡se acaba!!!, con la consiguiente cara en el espectador de...¿ya está?






     En su favor decir que tiene un acabado formal impecable, y que Tony Gilroy dirige con oficio las escenas de acción, además de moverse de manera impecable a través de todos los tejemanejes conspirativos que se cuecen en las altas esferas gubernamentales de los EEUU (la idea del agente secreto modificado genéticamente para aumentar sus capacidades, aunque muy vista, sigue siendo atractiva), como ya demostró en sus anteriores películas como director, Michael Clayton (2007) y Duplicity (2009), y en el guión de La sombra del poder (2009).Si se hubiera dejado de referencias a Bourne y se hubiera centrado en desarrollar la historia de Cross exclusivamente supongo que el resultado hubiera sido bien distinto, así qie nos quedaremos con esa duda. Además, dos escenas brillan especialmente: la que se desarrolla en el laboratorio, desbordando una frialdad escalofriante y totalmente alejada del frenesí de la persecución final y aquella que se desarrolla en casa de la doctora Shearing. Por sí solas merecen el visionado de la película.


     Difícil papeleta la de Jeremy Renner al meterse en la piel de un personaje que debe lidiar con uno que se ha convertido en una referencia icónica en lo que a películas de espionaje-acción se refiere. Construye un Aaron Cross más físico que su predecesor, más frío en sus actos y sin una verdadera motivación. Sale bien parado del reto, demostrando que puede dar el callo tanto en escenas de acción como en escenas dramáticas. Como partenaire de Renner han elegido a una actriz por la que siento una especial predilección, Rachel Weisz, que encarna a la doctora Marta Shearing, encargada de las revisiones periódicas de Aaron Cross y la única persona que puede ayudar al protagonista en su periplo. Se trata de una actriz especialmente dotada para el drama, como ya demostró en la fantástica El jardinero fiel (2005). El que sale peor parado en el triunvirato de protagonistas es Edward Norton, que no sabe dotar a su personaje de la mala uva y la frialdad necesarias, aunque tengamos claro que es el que debe tomar las decisiones más drásticas, aunque supongan bajas inocentes.


     En definitiva, una película que funcionaría perfectamente si la sombra de Jason Bourne no se cerniera constantemente sobre ella, estableciendo de manera involuntaria conexiones que solo arrojan ciertas dosis de confusión. Aún así, su visionado no supone una pérdida de tiempo, ya que por lo menos está realizada con oficio y supone un agradable divertimento con el que desconectar un par de horas.

LO MEJOR: Su atmósfera conspirativa; Rachel Weisz; la escena del laboratorio; la persecución.

LO PEOR: Que sale mal parada de la constante comparación con la saga de Bourne; pocas escenas de acción; el final, que viene de sopetón.

MI NOTA: 6/10

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miércoles, 22 de agosto de 2012

Fallece Tony Scott

      El lunes me enteré de la triste noticia del fallecimiento del director de cine Tony Scott. El realizador de 68 años murió al saltar desde un puente de Los Ángeles el domingo 19 de agosto del 2012. Fuentes de la policía confirmaron que Scott había dejado una nota de suicidio en su oficina de la citada ciudad. Los rumores apuntaron que Scott tenía un tumor cerebral incurable y que esa podría haber sido la causa por la que se decidió suicidarse, algo que ha desmentido de manera rotunda la familia del director, que pide respeto en estos duros momentos.


     La carrera de Tony Scott se ha desarrollado siempre a la sombra de su hermano, el también director de cine Ridley Scott, de actualidad gracias al estreno de "Prometheus", y con el que compartía la productora Scott Free Productions. Tony Scott empezó en el mundo de la publicidad. Después del relativo fracaso de su primer film, El Ansia (1983), dos de los productores estrella de Hollywood, Jerry Bruckheimer y Don Simpson (ya fallecido), le ofrecieron la dirección de Top Gun (1986), que confirmaría el estatus de estrella de Tom Cruise. A partir de ese momento se inició una carrera meteórica en la que Scott nos ofreció entretenimiento de calidad, aunque muchas de sus películas fueron tratadas injustamente por la crítica, mientras que el director veía que la mayor parte de los halagos se los llevaba su hermano mayor. Tal vez su gusto por la acción (aderezada casi siempre por algo de comedia) y su particular estilo cinematográfico, basado en en una fotografía muy atrevida y unos vibrantes movimientos de cámara, hicieron que no se reconociera de la manera más justa su trabajo. Y todo ello a pesar de que ha trabajado con actores de la talla del citado Cruise, Kevin Costner, Bruce Willis, Robert Redford, Brad Pitt o Denzel Washington, convirtiéndose este en su actor fetiche, ya que trabajaron juntos hasta en cinco ocasiones. Entre sus últimos proyectos figuraba la secuela de la película que le lanzó a la fama, "Top Gun".

FILMOGRAFÍA:

  • El Ansia (1983)
  • Top Gun (1986)
  • Superdetective en Hollywood II (1987)
  • Revenge (1990)
  • Días de Trueno (1990)
  • El último Boy Scout (1991)
  • Amor a Quemarropa (1993)
  • Marea Roja (1995)
  • Fanático (1996)
  • Enemigo Público (1998)
  • Spy Game (2001)
  • El fuego de la venganza (2004)
  • Dominó (2005)
  • Déjà Vu (2006)
  • Asalto al tren Pelham 123 (2009)
  • Imparable (2010)

martes, 21 de agosto de 2012

Crítica. Prometheus (2012)

FICHA TÉCNICA

Película 3D: Prometheus. Dirección: Ridley Scott. País: USA. Año: 2012. Duración: 125 min. Género: Acción, ciencia-ficción, terror. Interpretación: Noomi Rapace  (Elizabeth Shaw), Charlize Theron (Meredith Vickers), Michael Fassbender (David), Guy Pearce (Peter Weyland), Idris Elba  (Janek), Logan Marshall-Green (Charlie Holloway), Rafe Spall (Millburn), Sean Harris (Fifield), Emun Elliott (Chance), Benedict Wong (Ravel), Patrick Wilson  (padre de Shaw). Guión: Damon Lindelof y Jon Spaihts. Producción: Ridley Scott, David Giler y Walter Hill. Música: Marc Streitenfeld. Fotografía: Dariusz Wolski. Montaje: Pietro Scalia. Diseño de producción: Arthur Max. Vestuario: Janty Yates. Distribuidora: Hispano Foxfilm.







SINOPSIS: Un grupo de científicos y exploradores emprende un viaje espacial a un remoto planeta, una rara estrella recién descubierta, donde sus límites físicos y mentales serán puestos a prueba. El motivo de la misión es que los humanos creen que allá podrán encontrar la respuesta a las preguntas más profundas y al mayor de los misterios: el origen de la vida en la Tierra.


     Hace aproximadamente 39 años, Ridley Scott dio un giro de tuerca a la forma de entender la ciencia-ficción en el cine, valiéndose de un ejercicio de horror y suspense llamado Alien (1979), claustrofóbica aventura que muestra que con pocos medios y muchísimo talento e imaginación se puede hacer gran cine, y que ha sido (y seguirá siendo) plagiada desde entonces. Por eso, cuando se hizo público que Scott retomaba el género las expectativas se dispararon, máxime cuando el secretismo sobre su nueva película alcanzaba cotas sorprendentes. Había también ciertas dosis de escepticismo, ya que parece que Scott empieza a dar síntomas de un agotamiento creativo preocupante, y si bien su vitola de excelente artesano cinematográfico sigue presente, es obvio que necesita darle un giro a su carrera, y esta película parecía una ocasión excelente de reivindicarse como el gran director que es. Pues bien, si esta película se puede considerar como uno de los últimos cartuchos de Scott para retomar la senda que parece abandonó mucho tiempo, duele observar que en parte ha errado el tiro, ya que "Prometheus" se queda a medio camino entre película puramente palomitera y cine de autor con mayúsculas, ya que es evidente que el que tuvo, retuvo. ¿Las claves? Intentaré desgranarlas a lo largo de esta crítica.


     ¿Cuál es el principal fallo que se le puede achacar a "Prometheus"? Sin duda, el guión escrito por Damon Lindelof y John Spaihts, muy difuso y sin un camino predefinido, endeble en su desarrollo e incapaz de enganchar al espectador, que da finalmente menos de lo que ofrece en su excelente prólogo y su primera mitad, algo tan simple pero que puede dar mucho juego como la búsqueda de nuestros orígenes, pero que se sacrifica en pos de una segunda mitad más orientada al espectáculo y que hace que todo lo que se ha construido hasta ese momento se derrumbe como un frágil castillo de naipes. Da la impresión de que se ha querido contentar tanto a aquellos que buscaban un tratado filosófico sobre los orígenes de la humanidad aderezado con ciertas dosis de religiosidad (enmarcadas en la idea del dios vengativo), como a aquellos que entienden el cine como un divertimento cuya calidad se mide únicamente por su espectacularidad. Y visto el resultado, el segundo grupo va a quedar más contento que el primero. Otro aspecto que pesa como una losa sobre la película es la credibilidad de algunas de sus situaciones. Entiendo que partimos del hecho de que es ciencia-ficción, que no hay normas escritas en este sentido y que debemos dejarnos llevar en su visionado. Pero una cosa es aceptar pulpo como animal de compañía en algunas ocasiones y otra es sentir que nos tratan como ignorantes. ¿El ejemplo más claro? Muchas de las decisiones de los astronautas, supuestamente muy profesionales y muy preparados para su trabajo, pero que lo primero que hacen al llegar a un planeta desconocido y comprobar que el aire es respirable es...¡¡¡quitarse el casco!!! Quiero pensar que el asesor en materia científica de la cinta no había dormido demasiado bien esa noche, porque resulta ridículo ver tal despropósito. Y hay más, pero dejaré que los futuros espectadores lo descubran por sí mismos.


      Pero que no cunda el pánico, ya que además de sombras, también hay luces que consiguen que la película no se convierta en el mayor pufo del año cinematográfico que nos va abandonando poco a poco. Scott es un esteta consumado, si hay algo que no se le puede achacar es el cuidado que pone en todo lo relacionado con el apartado técnico de sus películas. El prólogo es sencillamente maravilloso, con un estupendo trabajo de fotografía de DariusWolski, que se extiende a lo largo de todo el metraje. Mérito tiene también el montaje de Pietro Scalia, que debe lidiar con el atropellado último tramo de la película. El diseño de produccióm ofrece un apabullante despliegue de escenarios, aunque falla en el aséptico diseño de la nave Prometheus, alejada de esa sucia y desgastada Nostromo de "Alien". Sin duda el aspecto más flojo de la película es la banda sonora compuesta por Marc Streitenfeld, que nos ofrece una partitura carente de alma y en ocasiones tan confusa como la película. Más allá de los aspectos puramente artísticos, Scott nos ofrece un puñado de escenas en las que parece recuperar el pulso perdido, que no comentaré para mantener la sorpresa. Hay una en especial muy impactante, pero eso sí, para disfrutarla totalmente debemos desconectar el detector de irrealidad que ha saltado varias veces a lo largo del visionado.


     ¿Apartado actoral? Pues bien, tenemos a una Noomi Rapace empeñada en alejarse completamente de la Ripley de "Alien" para evitar comparaciones, y a veces lo consigue y a veces no, pero hay que reconocer que hace un trabajo muy digno. Charlize Theron se mete en la piel de un personaje frío como el hielo, además de misterioso, del que no sabemos sus motivaciones y su verdadero papel en la misión. Sin duda, el personaje más destacable de la función es el David de Michael Fassbender, que puede ser considerado como uno de los actores con mayor proyección en el universo Hollywood, y que no parece tener techo. Su androide es el personaje más ambiguo de toda la tripulación y el que más juego da. Los demás personajes apenas están dibujados con trazos irregulares, lo que provoca que no empaticemos con ellos lo suficiente.


     En definitiva,cine de entretenimiento con ínfulas filosóficas, una película que ha acusado enormemente las expectativas creadas en torno a ella, teniendo parte de culpa la brutal campaña de promoción que ha tenido, y especialmente los rumores que la convertían en una precuela de Alien (¿lo será?, ¿no lo será?). Dos aspectos pueden salvarla de la quema: que da la impresión de que en el Blu-Ray nos llegará una versión con más minutos (recordemos que Scott ya tuvo que meter la tijera en El reino de los cielos (2005), a la que más tarde añadiría una hora de metraje) y que ya está prevista la secuela de "Prometheus", en la que esperemos se cierren muchos de los interrogantes abiertos. 


LO MEJOR: Efectos especiales; Michael Fassbender; fotografía.

LO PEOR: El fallido guión; expectativas no cubiertas; poco rigor científico en ocasiones.

MI NOTA: 7,5/10


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viernes, 3 de agosto de 2012

Crítica: El pianista (2002)

FICHA TÉCNICA

Película: The Pianist. Dirección: Roman Polanski. Países: Francia, Alemania, Reino Unido, Polonia, Holanda. Año: 2002. Duración: 148 min. Género: Drama. Interpretación: Adrien Brody (Wladyslaw Szpilman), Thomas Kretschmann  (Capitán Wilm Hosenfeld), Daniel Caltagirone (Majorek), Frank Finlay (Padre), Maureen Lipman (Madre), Emilia Fox (Dorota), Ed Stoppard  (Henryk), Julia Rayner (Regina), Jessica Kate Meyer (Halina), Ruth Platt (Janina) Guión: Ronald Harwood; basado en la novela "El pianista del guetto de Varsovia" de Wladyslaw Szpilman. Producción: Roman Polanski,Robert Benmussa y Alain Sarde Música: Wojciech Kilar. Fotografía: Pawel Edelman. Diseño de producción: Allan Starski. Vestuario: Anna B. Sheppard. Montaje: Hervé de Luze.






SINOPSIS: Wladyslaw Szpilman, un brillante pianista polaco de origen judío, vive con su familia en el ghetto de Varsovia. Cuando, en 1939, los alemanes invaden Polonia, consigue evitar la deportación gracias a la ayuda de algunos amigos. Pero tendrá que vivir escondido y completamente aislado durante mucho tiempo, y para sobrevivir tendrá que afrontar constantes peligros.


     Hay películas que llegan a rayar en la dureza extrema, pero que lamentablemente son necesarias, necesarias para que no olvidemos los momentos más sórdidos y sonrojantes de nuestra existencia como seres humanos. Películas que te remueven las entrañas y cuyo visionado despierta un torrente de emociones que van desde la indignación hasta el más profundo de los incómodos. Son múltiples las ocasiones en las que se ha trasladado a la gran pantalla todo los sucedido en el Holocausto, especialmente en la brillante e imprescindible La lista de Schindler (1993), de Steven Spielberg, pero la que nos ocupa trata sobre los acontecimientos que precedieron a esa infamia, la creación del ghetto de Varsovia. Roman Polanski se erige en un narrador con autoridad para tratar este tema, ya que debido a su origen polaco, vivió en sus propias carnes los hechos que se narran en esta película, por lo que podemos tener claro que todo lo que en ella se cuenta tiene un halo de veracidad que avala el resultado final.


     A través de una dirección formal y un evidente clasicismo narrativo milimétricamente ejecutado, Polanski divide el periplo de Szpilman en un tríptico en el que no escatima en escenas duras que pueden ser consideradas como gratuitas por el más impresionable de los espectadores. La primera parte de la película se centra en la familia de Szpilman, en cómo poco a poco van sufriendo las consecuencias de la instauración del guetto, perdiendo todo su dinero, su trabajo, sus pertenencias, hasta un final que no por esperado termina poniéndonos un nudo en el estómago. En la segunda parte, quizá la mejor para mi gusto, observamos la lucha del protagonista por sobrevivir, ayudado por algunos de los amigos que tenía antes del conflicto. La última parte, la más corta pero quiza la más cargada de simbolismo, contiene una de las escenas más bonitas y poéticas de la última década, ya que supone un rayo de esperanza entre tanta barbarie. Las tres partes están perfectamente conjugadas y ejecutadas, y a pesar de ser una película de dos horas y media, en ningún momento sentimos que se esté haciendo larga.



     Con Chopin sonando de fondo durante toda la película, remarcando el abismo existente entre la poética y la belleza de la música frente al horror que la guerra despliega, Polanski nos hace partícipes de la odisea de Szpilman, especialmente a través de aquellas escenas en las que el protagonista se asoma a una ventana o a una rendija para ser testigo de las atrocidades cometidas por los nazis. Como ya he comentado en varias ocasiones a lo largo de la crítica, la película contiene escenas duras pero necesarias, como el momento en el que arrojan a un anciano parapléjico por una ventana o las frecuente ejecuciones masivas. Para captar de manera veraz lo que nos cuenta la historia, Polanski se ha rodeado de un gran equipo técnico, que nos ofrece una fotografía de una calidad exacerbante o un diseño de producción que hace que las escenas en las que el protagonista camina por una Varsovia derruida e inhabitada caigan como una losa en nuestra conciencia.


     Si de lo que hablamos es de interpretaciones, Adrien Brody hace suyo a Szpliman, aunque debemos señalar que estos papeles constituyen un caramelo muy apetecible para cualquier actor que se precie. Pero hay que tener la capacidad necesaria para encarnar de manera magistral el descenso a los infiernos de un pianista acomodado que asiste con incredulidad a todo lo que está sucediendo a su alrededor, sufriendo una transformación física a la vez que mental, que le lleva al límite de sus posibilidades y de su razón, y que no sucumbe finalmente a la locura gracias a su música. Corto, pero intenso, es el papel que nos ofrece Thomas Kretschmann como el oficial nazi que se presenta como el inesperado salvador de Szpilman.


     En definitiva, una grandísima película sobre una de las etapas más oscuras del ser humano, en la que el director no toma partido por nadie, dejándonos claro que había nazis con corazón y también judíos que no dudaron en traicionar a sus congéneres para salvar la vida. Es una película sobre el horror, pero también una película que deja un resquicio para la esperanza, que nos recuerda que todavía queda algo de humanidad en nosotros.

LO MEJOR: La ambientación; la música de Chopin; la interpretación de Adrien Brody; la escena con el oficial nazi.

LO PEOR: La crudeza que su realismo conlleva.

MI NOTA: 9,5/10

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