sábado, 31 de marzo de 2018

Crítica: La forma del agua (2017)

FICHA TÉCNICA
Título: The Shape of Water País: Estados Unidos Género: Aventuras, Drama, Fantasía, Romántica, Thriller Duración: 123 minutos Director: Guillermo del Toro Guión: Guillermo del Toro, Vanessa Taylor Productores: J.Miles Dale, Guillermo del Toro, Daniel Kraus Música: Alexandre Desplat Fotografía: Dan Laustsen Montaje: Sidney Wolinsky Intérpretes: Sally Hawkins, Michael Shannon, Richard Jenkins, Octavia Spencer, Michael Stuhlbarg, Doug Jones, David Hewlett, Nick Searcy, Stewart Arnott, Nigel Bennett, Lauren Lee Smith, Martin Roach, Allegra Fulton, John Kapelos, Morgan Kelly, Marvin Kaye, Dru Viergever, Wendy Lyon, Cody Ray Thompson, Diego Fuentes, Madison Ferguson, Jayden Greig, Karen Glave, Danny Waugh, Dan Lett, Deney Forrest, Brandon McNight, Cameron Laurie Estreno en España: 16 de febrero de 2018 Calificación por edades: No recomendada a menores de 16 años


SINOPSIS: En un inquietante laboratorio de alta seguridad, durante la Guerra Fría, se produce una conexión insólita entre dos mundos, aparentemente alejados. La vida de la solitaria Elisa (Sally Hawkins), trabajadora del laboratorio, cambia por completo cuando descubre un experimento clasificado como secreto: un hombre anfibio (Doug Jones) que se encuentra ahí recluido.

CRÍTICA: Guillermo del Toro (Guadalajara, 1964) es un tipo enamorado del cine; únicamente basta con revisar su filmografía para comprobar que respira Séptimo Arte por los cuatro costados, que es su vida. Cuida sus películas hasta el último detalle, impregnándolas de un estilo personal que las convierte en obras de arte que pueden ser admiradas una y otra vez, porque el abanico de matices, emociones y sensaciones es muy amplio. Ha gozado desde siempre con una positiva aceptación tanto del público como de la crítica y, tal vez, lo único que le faltaba era el reconocimiento en forma de Óscar, aunque me da la sensación de que no era algo que le quitara el sueño. Personalmente creo que el premio le llega con su película menos redonda, ya que si entramos en el terreno de la subjetividad yo prefiero El laberinto del fauno (2006), pero no se le puede negar al director mejicano que ha sabido ganarse a la academia con una fabulosa historia de amor con tintes de terror clásico, un cuento para adultos construido sobre su habitual imaginería visual, en el que tienen cabida multitud de temas a tratar, como un estudio de la soledad o la marginación de las minorías, entre otros, y en el que de manera a veces velada, a veces explícita, ofrece su particular homenaje al mundo del cine.


                      Simplificando, podríamos decir que "La forma del agua" es la historia de amor entre dos seres totalmente analógicos: Elisa, muda, vive en un mundo de ensoñación constante, y trabaja como limpiadora en unas instalaciones militares de alto secreto. Allí llega una criatura marina, capturada por el ejército, y que podría tener la llave para acabar con los rusos en plena Guerra Fría. A través de esta premisa tan simple, Del Toro pone en liza su ya conocido lenguaje cinematográfico marca de la casa para sumergirnos en una historia en la que los buenos son muy buenos y los malos son muy malos, sin cabida para los tonos grises, con su particular golpe al sueño americano, ejemplificado en la figura del malvado, Strickland, machista, racista y con un inusitado talento para la violencia, adjetivos que se pueden aplicar a la época en la que se desarrolla la acción, en plena Guerra Fría, aunque si nos paramos a pensar, son completamente atemporales, puesto que servirían para ilustrar lo que vivimos en la actualidad. Por lo tanto, "La forma del agua" es un cuento, sí, pero un cuento para adultos, con violencia bastante explícita en algunos momentos y una sexualidad bastante latente durante todo el metraje, reflejada en un par de escenas. Quizás donde más flojee la película sea en un guión bastante trillado, ya que sabemos exactamente todo lo que va a pasar, porque este cuento ya lo hemos visto muchas veces y en unos personajes demasiado estereotipados, algo que se repite en toda la filmografía de Del Toro.


                     El apartado técnico es una auténtica gozada (la verdad es que no se le puede reprochar nada a Del Toro en relación a esto, porque el mimo que pone en todos los departamentos salta a la vista), encabezado por la excelente fotografía de Dan Laustsen, con una paleta cromática que se mueve entre tonos verde azulados, expecialmente en todas las escenas del laboratorio. Alexandre Desplat compone una banda sonora bellísima que casa perfectamente con las imágenes, aunque para mi gusto hay ocasiones en que se acerca demasiado a la partitura que compuso Yann Tiersen para Amelie (2001).

                         Todo buen cuento se sustenta en unos buenos personajes, y "La forma del agua" los tiene. Sally Hawkins (Dulwich, 1976) conforma una perfecta Elisa, capaz de trasmitir un gran repertorio de sentimientos únicamente con la mirada y los gestos. Ella es feliz a su manera, y sabe que vive en un mundo de hombres en el que es invisible, y se vale de ello para llevar a cabo su plan. Richard Jenkins (DeKalb, 1947) es Giles, el vecino de Elisa, ilustrador antaño de éxito que ve como los nuevos tiempos y las nuevas tendencias van a dilapidar su trabajo y que, como Elisa, tampoco tiene suerte en el amor. Octavia Spencer (Montgomery, 1972) es Zelda, compañera de trabajo de Elisa, que al hecho de ser mujer se une la circunstancia que es de color, con las dificultades que ello conllevaba en la Norteamérica de los 60. Prácticamente todos los puntos cómicos de la película salen de su boca, porque, como contrapunto a su amiga, no puede estar callada. Michael Shannon (Lexington, 1974) es el coronel Strickland, del que hemos hablado con anterioridad, que podemos considerar como el auténtico monstruo de la ficción,un personaje que genera repulsión y miedo a partes iguales. Por último, Doug Jones (Indianápolis, 1960), especialista en meterse en la piel de todo tipo de monstruos cinematográficos, es la criatura anfibia, y ofrece un ejercicio espectacular para transmitir todo a través únicamente de sus movimientos.

                        En definitiva, sin llegar a ser la mejor película de Del Toro, sí es esa en la que ha sabido conjugar perfectamente todos los elementos para enamorar a la Academia, especialmente el hecho de disfrazarla de homenaje al cine, hasta el punto que Elisa vive encima de un cine. La película rezuma magia por todos sus poros, reflejada en las inspiradoras imágenes del director y en una atmósfera impecable. Aunque a veces llega a rozar la cursilería, termina haciéndonos creer que todo es posible gracias al amor.  

NOTA: 8,75/10

viernes, 23 de marzo de 2018

Crítica: Tomb Raider (2018)

FICHA TÉCNICA
Título: Tomb Raider País: Estados Unidos, Reino Unido Género: Acción, Aventuras Duración: 118 minutos Director: Roar Uthaug Guión: Geneva Robertson-Dworet, Alastair Siddons, Evan Daugherty Productores: Noah Hughes, Graham King, Patrick McCormick, Denis O`Sullivan Música: Junkie XL Fotografía: George Richmond Montaje: Stuart Baird, Tom Harrison-Read, Michael Tronick Intérpretes: Alicia Vikander, Dominic West, Walton Goggins, Daniel Wu, Kristin Scott Thomas, Derek Jacobi, Alexandre Willaume, Tamer Burjaq, Adrian Collins, Keenan Arrison, Milton Schorr, Maisy de Freitas, Emily Carey, Samuel Mak, Sky Yang, Michael Obiora, Peter Waison, Nick Frost, Hannah John-Kamen, Billy Postlewaithe, Duncan Airlie James, Jandre le Roux, Kenneth Fok, Josef Altin Estreno en España: 16 de marzo de 2018 Calificación por edades: No recomendada para menores de 12 años



SINOPSIS: Lara Croft, la independiente hija de un excéntrico aventurero que desapareció cuando ella era apenas una adolescente, se ha convertido en una joven de 21 años sin ningún propósito en la vida. Se abre paso por las caóticas calles del East London, el barrio de moda, como mensajera en bicicleta, un trabajo que apenas le da para pagar el alquiler. Decidida a forjar su propio camino, se niega a tomar las riendas del imperio empresarial de su padre, con la misma firmeza que se niega a reconocer que él se ha ido para siempre. Un día Lara decide dejar atrás todo e ir en busca del último paradero conocido de su padre: una legendaria tumba en una isla mítica que podría estar en algún lugar de la costa de Japón...

CRÍTICA: La fiebre de los reboots (no confundir con remakes) continúa asolando Hollywood, que sigue obsesionado con reiniciar franquicias que ya parecían enterradas, llegándole en esta ocasión el turno a uno de los personajes más populares en el mundo de los videojuegos, Lara Croft, que hace 17 años fue encarnada por una curvilínea Angelina Jolie (Los Ángeles, 1975) en Lara Croft: Tomb Raider (2001) y su posterior secuela, Lara Croft Tomb Raider: La cuna de la vida (2003), siendo la primera película una adaptación bastante acertada de todo lo recogido en los videojuegos, y que dejó bastante contentos a los "gamers" en particular y al público menos ducho en cuestiones tecnológicas en general. En 2013 se lanzó a la venta "Tomb Raider", el último de los juegos para consola de la aventurera y que también supuso una vuelta de tuerca en relación a las anteriores entregas, algo que no pasó desapercibido para las distintas productoras, que vislumbraron el momento ideal para recuperar al personaje para la gran pantalla. Evidentemente, Angelina Jolie no está ya para esta clase de trotes, así que los responsables se decantaron por la que se puede considerar una de las próximas estrellas de Hollywood (si no lo es ya), Alicia Vikander (Gothenburg, 1988). Tomando como referencia la historia del videojuego de 2013, "Tomb Raider" se presenta como una agradable película de aventuras, tan disfrutable en el momento como olvidable en el tiempo, que adolece de un guión bastante simplón y de un segundo tramo en el que hay situaciones que rozan la absoluta inverosimilitud. ¿Otra adaptación errónea de un videojuego al cine?


                   El primer segmento de la película se centra en presentarnos al personaje. Lara vive en Londres, trabajando como repartidora, sin disfrutar de la fortuna de la familia, ya que firmar el testamento de su padre implicaría reconocer que está muerto, algo a lo que se muestra reacia. Vemos retazos de su personalidad, insegura y con una rabia contenida, sabemos que oculta algo en su interior. Esta parte de la trama, aunque necesaria, se torna algo anodina y llega a dar la sensación de que no todo avanza como debería. Un descubrimiento inesperado le pone en la pista de un trabajo que dejó su padre inacabado, por lo que decide embarcarse en la búsqueda de la misteriosa isla de Yamatai...A partir de aquí empieza la parte más aventurera de la película, esa en la que Alicia Vikander se encuentra más a gusto, ya que en el metraje que se desarrolla en la ciudad se la ve algo encorsetada, y nos ofrece el resultado del (presumiblemente) montón de horas que tuvo que dedicar a entrenarse para protagonizar el filme. Lara salta, escala, es herida, arrastrada por aguas bravas, y Alicia Vikander escenifica a la perfección cada uno de esos momentos, nos creemos su miedo y su dolor. Sin haber jugado al juego (me centro en lo visto en algunos pantallazos), creo que han clavado al personaje. En su contra podemos destacar la gran cantidad de situaciones absolutamente increíbles que, como ya hemos dicho anteriormente, rozan lo inverosímil, pero no olvidemos que estamos hablando de la adaptación de un videojuego, por lo que se aplican las mismas reglas que en estos. También he echado en falta más explicación a algunos de los acertijos que debe resolver Lara. Flota en el ambiente, además, una sensación de algo que ya hemos visto, una especie de "plagio-homenaje" a la saga de Indiana Jones, más concretamente a Indiana Jones y la última cruzada (1989), los que estén más familiarizados con la saga de Indy sabrán a lo que me refiero.

                    Acompañan a Alicia Vikander una terna de secundarios que podrían haber dado bastante más juego y que se quedan a medio camino. He echado en falta más presencia de Daniel Wu (Berkeley, 1974), compañero de fatigas de Lara pero que no llega a tener un papel fundamental en la trama más allá de un par de momentos. Walton Goggins (Birmingham, 1971) construye un villano demasiado sobreactuado para mi gusto, muy estereotipado, con poco novedoso que ofrecer. Por último, vemos en diferentes flashbacks a Dominic West (Sheffield, 1969) como Richard Croft, el padre de Lara, dándole múltiples consejos y entrenándola, medio justificatorio de las piruetas y manejo del arco que vemos posteriormente en nuestra protagonista.

                     En definitiva, podemos afirmar que con "Tomb Raider" tampoco hemos encontrado la adaptación perfecta al cine de un videojuego. Se trata de una película que se deja ver, pero no termina de estar completa, ya que entretiene pero no se va a quedar en nuestra retina durante mucho tiempo y mucho menos se convertirá en un referente del cine de aventuras. Lo más destacable es Alicia Vikander, que, teniendo en cuenta el flojo guión sobre el que se apoya la trama,  se echa sobre sus hombros el peso de la película y demuestra ser una Lara perfecta para sucesivas continuaciones, siempre que la que nos ocupa funcione en taquilla...


NOTA: 6,5/10