sábado, 28 de julio de 2018

Crítica: El rascacielos (2018)

FICHA TÉCNICA
Título: Skyscraper País: Estados Unidos Género: Acción, Crimen, Drama, Thriller Duración: 102 minutos Director: Rawson Marshall Thurber Guión: Rawson Marshall Thurber Productores: Beau Flynn, Dany Garcia, Hiram Garcia, Eric Hedayat, Petra Holtorf, Wendy Jacobson, Dwayne Johnson, Eric McLeod, Rawson Marshall Thurber Música: Steve Jablonsky Fotografía: Robert Elswit Montaje: Julian Clarke, Michael L. Sale Intérpretes: Dwayne Johnson, Neve Campbell, Chin Han, Roland Moller, Noah Taylor, Byron Mann, Pablo Schreiber, McKenna Roberts, Noah Cottrell, Hannah Quinlivan, Aadrian Holmes, Elfina Luk, Kevin Rankin, Gretal Montgomery, Jett Klyne, Kayden Magnuson, Jason William Day, Matt O´Leary Estreno es España: 19 de julio de 2018 Calificación por edades: No recomendada para menores de 12 años



SINOPSIS: Will Sawyer, antiguo líder del Equipo de Rescate de Rehenes del FBI y veterano de guerra del ejército de Estados Unidos, ahora se encarga de evaluar la seguridad de los rascacielos. Durante un viaje de trabajo en China, se ve incriminado en el incendio del edificio más alto y seguro del mundo. Perseguido y a la fuga, Will deberá encontrar a los que le han tendido la trampa, limpiar su nombre y rescatar a su familia, atrapada en el interior del rascacielos… sin sucumbir a las llamas. (Fuente: Filmaffinity)

CRÍTICA: Verano. Tiempo de blockbusters, destinados a hacernos más llevadero el calor, porque no hay nada como coger nuestras palomitas, nuestra bebida y sentarnos dos horas en el fresquito más absoluto (aunque a veces se les va la mano con el aire acondicionado). Y uno de los que no podía faltar a su cita veraniega es Dwayne Johnson (Hayward, 1972), que sigue estrenando películas como churros y que en esta ocasión nos trae una película con leves reminiscencias de dos clásicos del cine de catástrofes y de acción, como son El coloso en llamas (1974) y Jungla de Cristal (1988), de la que hace unos días se han cumplido 30 años de su estreno en salas. Ya han aparecido los críticos que comparan "El rascacielos" con estas dos películas, y considero que es un punto de vista demasiado injusto, ya que aunque podamos ver esbozos de ambas cintas en varias escenas de la película que nos ocupa, intenta tener su propia identidad, y en esa comparación siempre va a salir perdiendo. "El rascacielos" no deja de ser un liviano divertimento, que sabe lo que puede ofrecer y que no va más allá en sus aspiraciones, con una estrella en estado de gracia y algunas secuencias de auténtico vértigo. 


                          La película entra enseguida en materia. Johnson es Will Sayer, antiguo agente del FBI especialista en situaciones con rehenes, que ahora se dedica a evaluar la seguridad en grandes edificios, por lo que es contratado para realizar un informe sobre "La Perla", un impresionante edificio que es una ciudad en sí mismo. La familia de Sawyer queda atrapada cuando una de las plantas se incendia, y nuestro protagonista hará todo lo que esté en su mano para salvarlos. A partir de ahí asisitimos a hora y media de un absoluto desenfreno en las alturas, con escenas perfectamente ejecutadas pero que juegan peligrosamente con la inverosimilitud más extrema, por lo que no nos queda más remedio que poner el cerebro en punto muerto y dejarnos arrastrar por una sucesión de saltos imposibles que superan todas las leyes de la física. No busquemos un guión elaborado ni un desarrollo de personajes milimétrico, aquí lo que importa es el exceso, que una fantasmada quede eclipsada por una fantasmada aún mayor, entrar en el juego y aceptar que nuestro protagonista es, como poco, un superhéroe inmune a los golpes, a los cortes y al fuego, además de contar con un hándicap que no contaremos para no contar más de lo necesario. La película también se caracteriza por una violencia totalmente aséptica, en la que la sangre brilla prácticamente por su ausencia, con el objetivo de llegar a todo tipo de público, muy lejos de aquella violencia seca, descarnada, de las películas ochenteras. También echamos en falta un villano con el suficiente carisma para llenar la pantalla, y que no quede reducido a una mera comparsa, quedando en segundo plano con el verdadero enemigo de nuestro protagonista, el fuego.

                               Dwayne Johnson es la auténtica estrella de la función. Se ha ganado a pulso un hueco entre los actores más taquilleros de Hollywood, y pelea por convertirse en el "héroe de acción" por excelencia de este siglo. Aunque, a decir verdad, he echado en falta algo de humor mordaz en su actuación, algo a lo que nos tiene acostumbrados, ya quwe en esta ocasión esta añgo más comedido y no nos regala algunas de sus frases lapidarias. Ha sido toda una sorpresa reencontranos con Neve Campbell (Ontario, 1973), que tuvo su momento de gloria a finales de los 90 y que estaba relegada a los cajones del olvido fílmico, y que en esta película no se dedica a ser la mera comparsa, sino que nos regala un personaje con los bemoles necesarios para ser una partenaire perfecta de "La Roca".

                                En definitiva, una película perfecta para evadirse durante una hora y media, que nos satisfará si dejamos nuestro nivel de exigencia en un segundo plano, sólidamente rodada y con un actor en el mejor momento de su carrera. También debemos saber perdonar sus inverosímiles situaciones para disfrutar plenamente de ella.

NOTA: 6/10  

miércoles, 11 de julio de 2018

Crítica: Jurassic World: El reino caído (2018)

FICHA TÉCNICA
Título: Jurassic World: Fallen Kingdom País: Estados Unidos, España Género: Acción, Aventura, Ciencia-Ficción Duración: 128 minutos Director: J.A.Bayona Guión: Colin Trevorrow, Derek Connoly, basado en personajes creados por Michael Crichton Productores: Belén Atienza, Patrick Crowley, Frank Marshall, Steven Spielberg, Colin Trevorrow, Thomas Tull, Thomas Hayslip Música: Patrick Doyle Fotografía: Oscar Faura Montaje: Bernat Vilaplana Intérpretes: Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, Jeff Goldblum, Daniella Pineda, Ted Levine, James Cromwell, BD Wong, Rafe Spall, Toby Jones, Geraldine Chaplin, Justice Smith, Isabella Sermon, Daniel Stisen, Conlan Casal, Peter Jason, Jo Hart, Michael Papajohn, Robert Emms, Faith Fay, Kevin Layne Estreno en España: 7 de junio de 2018 Calificación por edades: No recomendada para menores de 12 años 



SINOPSIS: Una erupción volcánica amenaza a los dinosaurios restantes en la Isla Nublar, donde las criaturas han vagado libremente durante años tras de la desaparición del parque temático "Jurassic World". Claire Dearing, ex gerente del parque, ahora fundó el Grupo de Protección de Dinosaurios, una organización dedicada a proteger a los dinosaurios. Para ayudar con su causa, Claire ha reclutado a Owen Grady, el ex entrenador de dinosaurios que trabajó en el parque, para evitar la extinción de los dinosaurios...

CRÍTICA: Los dinosaurios siguen estando de moda. Veinticinco años después de que Steven Spielberg (Cincinnati, 1946), rompiera todos los esquemas cinematográficos y los resucitara en Parque Jurásico (1993), y tras los buenos resultados cosechados en taquilla por Jurassic World (2015), el reinicio de la saga dirigido por Colin Trevorrow (San Francisco, 1976), llega a nuestras pantallas "Jurassic World: El Reino Caído", cuya dirección en esta ocasión le ha sido encomendada al español J.A. Bayona (Barcelona, 1975), que empieza a llamar la atención dentro de la industria cinematográfica estadounidense, y cuyo trabajo parece que ha cumplido con las expectativas, aunque ya sabemos que la taquilla manda. Bayona nos ofrece una película que no da respiro al espectador en ningún momento, en la que los auténticos protagonistas de la función son los dinosaurios, lo que provoca que se deje un poco de lado el desarrollo de los personajes, que se convierten en meras comparsas. Duplica la espectacularidad, el desenfreno y el número de dinosaurios por metro cuadrado que nos ofrecía "Jurassic World", tratando Bayona de aportar un punto sentimental presente en toda su filmografía y con el hándicap de no tener un buen guión en el que apoyarse. Vayamos por partes...


                        La película está dividida principalmente en dos segmentos. El primero de ellos se desarrolla en la Isla Nublar,cuando nuestros protagonistas se embarcan en una misión para rescatar a los dinosaurios de una (nueva) extinción más que segura, ya que el volcán de dicha isla ha entrado en erupción, y es la parte que tiene más puntos en común con "Jurassic World", ofreciéndonos una aventura trepidante,en la que la acción apenas nos da un respiro, y en la que las referencias, homenajes y guiños a "Jurassic Park" son prácticamente constantes, y en la que Bayona da buena muestra de su saber hacer tras las cámaras, especialmente en el par de escenas submarinas que tenemos en este primer acto, tomando como referencia el trabajo de Steven Spielberg y aportando ideas nuevas de cosecha propia que sirven para expandir el uiverso jurásico, apoyado en una fotografía que luce estupendamente en las tomas aéreas de la isla. Asoma también por momentos el dilema moral que plantea la trilogía en muchas de sus partes, el hecho de jugar a ser Dios y las consecuencias que puede tener. El doctor Ian Malcolm, interpretados por Jeff Goldblum, siembra la duda en sus escasos pero determinantes discursos. ¿Hay que salvar a los dinosaurios de la isla o hay que dejar que la vida siga su curso y propiciar que se extingan nuevamente?  


                           Es en el segundo tramo de la película donde Bayona se encuentra más a gusto, ya que se mueve por derroteros en los que se maneja a la perfección, ya explorados en películas como El orfanato (2007), transformando la película en una historia de terror gótico, que se desarrolla en una gran masión. Es aquí donde el director puede sacar todo el partido a su habitual juego de luces y sombras y diseñar un juego del gato y el ratón en un escenario claustrofóbico, con pasillos laberínticos y un nuevo y terrorífico dinosaurio campando a sus anchas. Maneja perfectamente los tempos del suspense, y consigue atraparnos en la butaca, recordándonos que los dinosaurios no son mascotas, y sí una amenaza muy real. 


                            Chris Pratt (Virginia, 1979) sigue afianzándose como uno de los actores del momento. Tiene carisma, presencia en pantalla y una innegable química con sus compañera de reparto, Bryce Dallas Howard (Los Ángeles, 1981), aunque ambos personajes se ven arrastrados por las carencias de un guión bastante flojo que no desarrolla sus personajes de forma más extensa. Lo mismo ocurre con actores de la talla de Toby Jones (Hammersmith, 1966), James Cromwell (Los Ángeles, 1940) o Geraldine Chaplin (Santa Mónica, 1944), siendo desperdiciados sus talentos por la irregularidad del libreto. También se echa en falta un villano con algo más de empaque que Rafe Spall (Camberwell, 1983) o Ted Levine (Bellaire, 1957). Es destacable el trabajo de la joven Isabella Sermon, con gran protagonismo en el segundo segmento de la película.

                               En definitiva, una película que funciona perfectamente como bisagra a la espera de la parte que cierre esta nueva trilogía, con una muy buena dirección de Bayona, que da sobradas muestras de ser capaz de afrontar un proyecto tan mastodóntico, aunque apoyada en un guión bastante flojo, que, lejos de sus dos protagonistas principales, no tiene un desarrollo de personajes demasiado elaborado, aunque bien es cierto que las auténticas estrellas de la función son los dinosaurios, que lucen espectacularmente. Un divertimento puro y duro, con alguna que otra cuestión moral y un homenaje sincero al primer "Jurassic Park".

NOTA: 7/10 

miércoles, 4 de julio de 2018

Crítica: Hereditary (2018)

FICHA TÉCNICA
Título: Hereditary País: Estados Unidos Género: Drama, Horror, Misterio Duración: 127 minutos Dirección: Ari Aster Guión: Ari Aster Productores: Gabriel Byrne, Tyler Campellone, Scott E. Chester, Toni Colette, Beau Ferris, Kevin Scott Frakes, Jonathan Gardner, William Kay, Lars Knudsen, Ryan Kreston, Buddy Patrick, Jeffrey Penman, Brandon Tamburri Música: Colin Stetson Fotografía: Pawel Pogorzelski Montaje: Lucian Johnston, Jennifer Lame Intérpretes: Gabriel Byrne, Toni Collette, Alex Wolff, Milly Shapiro, Mallory Bechtel, Jake Brown, Ann Dowd, Jarrod Phillips, Zachary Arthur, Heidi Méndez, Moises L. Tovar, Brock McKinney, Rachelle Hardy, Marilyn Miller, Shane Morrisun Estreno en España: 22 de junio de 2018 Calificación por edades: No recomendada para menores de 16 años



SINOPSIS: Cosas extrañas comienzan a suceder en casa de los Graham tras la muerte de la abuela y matriarca, que deja a su hija Annie en herencia su casa. Annie Graham, una galerista casada y con dos hijos, no tuvo una infancia demasiado feliz junto a su madre, y cree que la muerte de ésta puede hacer que pase página. Pero todo se complica cuando su hija menor comienza a ver figuras fantasmales, que también empiezan a aparecer ante su hermano.

CRÍTICA: Cada cierto tiempo aparece por nuestras pantallas una película que lleva colgada la etiqueta de "la experiencia más aterradora jamás vista", siendo los ejemplos más recientes Babadook (2014), It Follows (2014) y La Bruja (2015). Sinceramente, cada vez que se anuncia una película así me suelo mostrar cauto y escéptico, ya que por lo general la película en cuestión me termina decepcionando, echando por tierra una expectativas más que halagüeñas. Esta vez le ha tocado a "Hereditary" ostentar el título de "película más terrorífica de la historia" hasta el punto de ser calificada como "El exorcista" de esta generación, y eso ya son palabras mayores. Abstrayéndome de todos los comentarios positivos que había leído, decidí acercarme al cine sin ningún tipo de condicionante externo, sin saber prácticamente nada del argumento y con la esperanza de encontrarme con una película que por fin me helara la sangre. Tres días después de verla todavía sigo dándole vueltas en mi cabeza a lo que he visto, algo que hacía tiempo que no me ocurría. Me he encontrado con un drama familiar con tintes terroríficos, enmarcado en una atmósfera opresiva, desasosegante, que genera un mal rollo insano del que te quieres desprender pero que te atrapa y te conduce a un cúmulo de sensaciones muy variadas. Pequeños detalles hacen que no se convierta al instante en una obra maestra, pero sin duda nos encontramos ante una película sobresaliente,un clásico instantáneo del cine de terror, que exige más de un revisionado para encajar todas las piezas.

                            
                               Lo que comienza como un ensayo sobre una familia bastante disfuncional que afronta la muerte de la madre de la protagonista, con la cual tenían una relación insana y poco convencional se va tornando poco a poco en una perturbadora e hipnótica sucesión de acontecimientos que, al igual que a los protagonistas, van dejando cada vez más descolocado al espectador, ya que el director de la película,el debutante en el largometraje Ari Aster, no toma el camino fácil, no sigue la hoja de ruta que marcan las películas de terror de rápido consumo y fácil olvido, sino que va cociendo la trama a fuego lento, con un estilo muy personal en cuanto a dirección y ambientación. Es por ello que todos los espectadores que se acerquen a las salas de cine esperando ver una película de terror al uso, se sentirán, como poco, estafados. Aquí el horror yace en aspectos tan mundanos como el dolor por la pérdida o la culpabilidad por los errores del pasado, aunque también hay tiempo para escenas de un terror tan explícito que resulta apabullante, como resultado del descenso a los infiernos de todos y cada uno de los miembros de la familia.

   
                                Sin duda, uno de los aspectos a destacar de la cinta, y que ya he comentado con anterioridad, es la dirección de Ari Aster, apoyada en la excelente fotografía de Pawel Pogorzelski y en la inquietante banda sonora de Colin Stetson, con una partitura capaz de tensar nuestros nervios con apenas par de notas. Volviendo al tema de la dirección, constituye un eficaz instrumento para acentuar esa atmósfera malsana que proyecta una constante sensación de amenaza. No estamos a gusto en la butaca, nos removemos y en ocasiones nos gustaría apartar la mirada. Es magistral el modo en el que el director usa la perspectiva como si estuviéramos mirando dentro de una casa de muñecas, las mismas que usa Annie para fabricar esos inquietantes dioramas que sirven para contar detalles ocultos que sirven para entender la historia. 

 
                                     En el apartado interpretativo destaca la fuerza de las protagonistas femeninas. Toni Collette (Sydney, 1972) sigue haciendo gala de su inmensa capacidad para desarrollar personajes al límite, y aquí nos ofrece una interpretación estratosférica, haciendo desfilar por la pantalla todo un repertorio de emociones llevadas al extremo. Milly Shapiro, que encarna a Charlie, su hija, nos ofrece un personaje que en más de una ocasión pondrá a prueba nuestros nervios, y que participa en una de las escenas más impactantes de la película. Por último, Ann Dowd, especialista en personajes especialmente desagradables (El cuento de la criada o The Leftovers) tiene una breve pero decisiva participación en la trama. Completan el elenco el veterano Gabriel Byrne, como el marido de Annie y Alex Wolff, como el hijo mayor de la pareja. 

                                      En definitiva, una muestra más de que el cine indie de horror está en auge, sazonado con un drama familiar contundente y que tiene su mayor virtud en una dirección que intensifica la atmósfera amenazante que nos va envolviendo. Como puntos en contra, quizás encontramos una serie de escenas que (de manera involuntaria, supongo) se prestan a la carcajada y un último acto en el que las cosas se van de madre un poquito. Cine no apto para el consumo de aquellos espectadores que buscan una película de terror apoyada en los convencionalismos del género, pero para mí cine en mayúsculas, de ese que deja poso y que no te puedes quitar encima en mucho tiempo.

NOTA: 9/10