domingo, 6 de agosto de 2017

Crítica: Baby Driver (2017)

FICHA TÉCNICA

Título: Baby Driver  País: Estados Unidos, Reino Unido Duración: 112 minutos Género: Acción, Crimen, Musical Director: Edgar Wright Guión: Edgar Wright Productores: Tim Bevan, Edgar Wright, Michelle Wright, Leo Thompson, Rachael Prior, Nira Park, Adam Perins Música: Steven Price Fotografía: Bill Pope Montaje: Jonathan Amos, Paul Machliss Intérpretes: Ansel Elgort, Jon Bernthal, John Hamm, Eiza González, Micah Howard, Lily James, Kevin Spacey, Jamie Foxx, CJ Jones, Lanny Joon, Paul Williams Estreno en España: 7 de julio de 2017 Calificación por edades: No recomendada para menores de 16 años 






SINOPSIS: Baby (Ansel Elgort) es un chico apasionado de la música y con cara de niño bueno que domina el volante como nadie antes lo ha hecho, pero su habilidad está en manos de Doc (Kevin Spacey), un jefe del crimen para quien trabaja. Cansado de ese estilo de vida y de cumplir las normas de este peligroso atracador, el joven decide cumplir una última misión antes de retirarse. Pero Doc no se lo va a poner fácil, y menos después de averiguar que Baby siente algo por una joven llamada Debora (Lily James). De esta forma, el talentoso conductor tendrá que luchar por su amor y su libertad. 

CRÍTICA: El director de "Baby Driver", Edward Wright (Dorset, 1974), es el responsable de la denominada "Trilogía del Cornetto", compuesta por las alocadas y desenfrenadas Zombies Party (2004), Arma Fatal (2007), y Bienvenidos al fin del mundo (2013), en las que parodiaba las películas de zombis, las "buddy movies" policíacas y el cine de ciencia-ficción apocalíptico, respectivamente. Para su nueva película ha escogido una historia de atracos al uso en la que bebe de numerosas fuentes, como Quentin Tarantino, entre otros, y que rezuma un estilo comiquero por los cuatro costados, y que ha tenido una gran acogida de crítica y público. ¿Las claves? Componer un cóctel en el que tienen cabida la acción, la historia de amor y hasta el musical, con una puesta en escena inmejorable.

                   Podriamos considerar a "Baby Driver" como la hermana gamberra y transgresora de Drive (2011). Ambas ofrecen atracos, coches, una historia de amor y una potentísima banda sonora, pero "Baby Driver" se aleja de ese tono relativamente "calmado" de la película de Nicolas Winding Refn para ofrecernos un ritmo electrizante durante buena parte del metraje y una dirección ejecutada de tal forma que en muchas ocasiones nos encontramos más cerca de un videoclip que de una película al uso. "Baby Driver" es tremendamente original en su concepción, pero la ejecución falla en el momento en el que el director no sabe lidiar con aquellas escenas en las que no tenemos coches o atracos de por medio, lo que hace bajar al conjunto algunos enteros. Eso sí, las escenas de acción son una auténtica gozada, rodadas a la antigua usanza, por lo que el realizador no ha recurrido a trucos infográficos, y en perfecta sincronía con todas y cada una de las canciones elegidas para acompañarlas. Es posible que la fórmula termine cansando con el paso de los minutos y que ese efecto sorpresa se acabe diluyendo, especialmente si el espectador no entra en el juego y decide exigirle algo más a lo que le están contando en pantalla.

                   En un reparto coral y repleto de personajes carismáticos, Ansel Elgort (Nueva York, 1994),que encarna a Baby, el conductor, se zampa casi sin querer al resto de actores y que es el protagonista absoluto. Su presentación es antológica, y aunque a ratos me resultó algo cargante hay que reconocer que tiene hechuras de gran actor. En pantalla comparte varias escenas con Kevin Spacey (New Jersey, 1959), que da vida al jefe de la banda de ladrones, un personaje con pinceladas tarantinescas, como ya hemos comentado con anterioridad y que vuelve a dar una lección interpretativa, aunque su joven partenaire le aguanta el envite con soltura. Jon Bernthal (Washington, 1976) tiene una aparición testimonial, preludio de la interpretación cargada de excesos de un Jamie Foxx (Texas, 1967) desatado y con los mejores puntos de humor. Jon Hamm (St.Louis, 1971) aporta su buen saber hacer a un personaje que oscila entre el saber estar del comienzo y el histerismo de los últimos veinte minutos de la película. Papeles poco suculentos para las chicas de la función, Lily James (Surrey, 1989) y Eiza González (México DF, 1990), que encarnan al objeto del amor del protagonista y a la novia del personaje de Jon Hamm, respectivamente.

                    En definitiva, una película muy original, que rezuma creatividad por los cuatros costados, tanto narrativa como técnicamente, y que mezcla géneros de una manera muy acertada, aunque su montaña rusa argumental puede llegar a cansar al espectador que no acepta el reto de entrar en el juego aceptando todas sus reglas.


NOTA: 8/10 

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