domingo, 30 de julio de 2017

Crítica: A 47 metros (2017)

FICHA TÉCNICA
Título: 47 Meters Down País: Estados Unidos, Reino Unido, República Dominicana Duración: 89 minutos Género: Aventura, Drama, Horror Director: Johannes Roberts Guión: Johannes Roberts, Ernest Riera Productores: Bob Weinstein, Harvey Weinstein, Lee Vandermolen, Matthew Signer, Iain Abrahams, Byron Allen, Mark Borde, Andrew Boucher, Will Clarke Música: tomandandy Fotografía: Mark Silk Montaje: Martin Brinkler Intérpretes: Mandy Mooore, Claire Holt, Chris Johnson, Yani Gellman, Santiago Segura, Matthew Modine Estreno en España: 21 de julio de 2017 Calificación por edades: No recomendada para menores de 12 años







SINÓPSIS: Dos hermanas que se encuentran de vacaciones en México quedan atrapadas en una jaula para tiburones en el fondo del océano. Con menos de una hora de oxígeno y grandes tiburones blancos rodeándolas, deben luchar por sobrevivir.

CRÍTICA: Verano. Es tiempo de playa, chiringuitos, crema protectora y, por supuesto, película de tiburones. El año pasado, aproximadamente por estas fechas, se estrenaba otra película con escualo asesino incluido, Infierno Azul (2016), en la que Blake Lively sufría el acoso de un gran tiburón blanco. Este año, Johannes Roberts (Cambridge, 1976), especializado en películas de terror, nos trae otra pesadilla acuática, un producto de fácil digestión y que no perdurará en nuestras retinas durante mucho tiempo, y que presenta muy poquitas virtudes y cantidad de desaciertos.

                   El punto de partida es muy, muy simple. Tanto que con una pequeña presentación de los personajes, dos hermanas que están de vacaciones, enseguida entramos en materia. Tras conocer a dos chicos en una noche de fiesta, aceptan su invitación para ver tiburones blancos metidas en una jaula protectora. Tenemos a la hermana pequeña, alocada y juerguista, que quiere vivir experiencias extremas, y la hermana mayor, más responsable y que acaba de terminar la relación con su novio, y que no termina de ver claro lo de meterse en la jaula con grandes depredadores a su alrededor. No hace falta ser el espectador con el ojo más clínico para saber que, tarde o temprano, la cosa acabará mal. Y así es. El cable que sujeta la jaula se rompe, precipitándose hasta el fondo, a 47 metros de profundidad.

                         Lo que promete ser una experiencia asfixiante y terrorífica para el espectador se convierte en un cúmulo de despropósitos,gracias principalmente a la inutilidad e inoperancia de las dos protagonistas, que transforma casi sin querer un "survival horror" en una mala comedia en la que lo único que piensas es cuál va a ser la siguiente torpeza de las protagonistas para ser engullidas por algún tiburón que pase por ahí o quedarse sin aire. En resumidas cuentas, se trata de un manual de qué no se debe hacer si te encuentras en una situación de este tipo. A favor de la película diré que el metraje es exiguo, por lo que no da tiempo a que uno se aburra soberanamente, que tiene un par de escenas bien llevadas en lo que al suspense se refiere y ofrece un giro sorpresa que, aunque se ve a leguas, llega a inquietar.
                    En definitiva, una propuesta que aporta muy poco al género y con unas interpretaciones de telefilme de sobremesa, que no puede escapar de el sambenito de repetitiva. No se hace larga, y eso es de agradecer cuando ves que la cosa no da para más. Hay mejores opciones en la cartelera, pero si no eres demasiado exigente y te gustan las películas de tiburones, puedes echarle un vistazo.
NOTA: 4/10

 

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